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lunes, 26 de febrero de 2024

Ya es la tercera. El Ministerio del Deporte tiene nueva invitada a manejar lo que, hasta ahora en este paquidérmico gobierno, nadie ha podido. Ya lo he dicho desde esta columna: al actual gobierno no le interesa en lo más mínimo el deporte. Todo lo que tiene que ver con esta actividad está olvidado. Políticas, escenarios y deportistas esperan a ver si en algún momento aparece alguien que quiera y sobre todo pueda hacer algo por y para el deporte. Estamos exactamente a cinco meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Paris y por lo que se ve hasta ahora esta será una delegación bastante precaria (ojalá me equivoque).

En los últimos tiempos el deporte colombiano había dado un paso importante; en el resto de Sudamérica nos miraban con muy buenos ojos, pues en poco tiempo habíamos superado países en teoría superiores como podía ser Argentina o México. Por su parte los atletas se sentían respaldados técnica y económicamente por el Ministerio del Deporte. La mejor muestra de una buena labor fueron las ocho medallas olímpicas obtenidas en los juegos de Rio de Janeiro.

Por lo que tengo entendido este gobierno, hasta ahora, no ha escogido como jefe del Ministerio del Deporte a una persona que sepa de deporte o que al menos le interese. Se busca a alguien con cierto perfil que satisfaga la imagen de inclusión y diversidad que quiere vender el gobierno, es decir preferiblemente mujer y deportista; saber deporte y administración deportiva es un plus pero parecería no ser tan importante, o al menos no un requisito para el cargo. Al final pasan por esa cartera firmonas de contratos de último momento o olvidadizas de pagar las sumas acordadas para realizar unos Juegos Panamericanos.

Todo lo que tiene que ver con deporte en Colombia está olvidado, empecemos por el laboratorio del control al dopaje, se ha invertido cantidades enormes de recursos para que dijera la señora Urrutia que no iba a sacar adelante ese proyecto porque era mucha plata. Los escenarios deportivos como el Centro de Alto Rendimiento de Bogotá se caen a pedazos. Lo que antes era una joya para preparar atletas en altura hoy en día es una serie de oficinas y lugares con toda clase de chécheres donde lo más difícil es hacer deporte. Fuera de Bogotá obras incompletas como las que se perdieron en Ibagué son un monumento a lo que les importa a nuestros gobernantes el deporte.

Lo que más llama la atención a quienes realizamos labores en esta área es lo poco que hace la oficina de Inspección, Vigilancia y Control para ejercer las funciones, bien descritas en su nombre, sobre los entes deportivos. Es una oficina llena de personas encargadas de no hacer nada, cosa que hacen con lujo de detalle. En el deporte hay casos aberrantes de nepotismo, corrupción, trafico de influencias, conflicto de intereses y demás linduras y el Ministerio del Deporte se preocupa exclusivamente porque la convocatoria a la asamblea general esté adecuadamente realizada, y no ejerce los mecanismos que la Ley le da.

Ha sido tan grande la desidia que el Consejo de Estado le ordenó a esta oficina hacer su trabajo. Aprobar e inscribirlos estatutos y reformas de las entidades del fútbol colombiano. Ojalá no se queden solo con el fútbol pues el resto de los deportes tiene situaciones incluso peores. Todos esperamos que a la nueva ministra le vaya bien y, pedimos que haga bien su trabajo. El reflejo de una buena gestión del Ministerio del Deporte son medallas, triunfos y sobre todo alegrías para los que disfrutamos del deporte.

*Andrés Charria, Fundador de Tres Puntos Consultores