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lunes, 13 de enero de 2020

El año que empieza será abundante en eventos deportivos, Copa América, Eurocopa y Juegos Olímpicos, a parte de las habituales competencias como Tour de Francia o Champions League. Todo esto trae gran cantidad de actividad jurídica que será desarrollada en las federaciones internacionales, justicia ordinaria y, por supuesto, el Tribunal Arbitral del Deporte.

Desde finales del año pasado está en el tintero la prohibición de Rusia como nación y de los atletas rusos de organizar eventos o participar en campeonatos mundiales o precisamente en los juegos olímpicos de Tokio, más fuerte aún, ningún dirigente ruso podrá formar parte de ningún órgano directivo de una organización deportiva en los próximos cuatro años. A este respecto, se esperan grandes batallas en el Tribunal Arbitral del Deporte en el que, de acuerdo con mis cuentas, al momento de escribir esta columna ya se debe haber presentado un recurso.

Es increíble que se sancione a deportistas por mera sospecha, pues de acuerdo con la sanción, solo podrán participar en competencia aquel deportista que no sea sospechoso de haberse dopado. Ignoro cuál será la condición de no ser sospechoso de dopaje.

En temas de preolímpicos la semana pasada se llevó a cabo, en Bogotá, el torneo preolímpico de Voley femenino. Este evento trajo nuevamente a colación el tema de deporte femenino; siempre se ha dicho que no se apoya y que no tiene difusión.

El campeonato, un cuadrangular todas contra todas fue impecable, horarios, logística, escenario. Me llamó la atención la poca actividad comercial del evento, patrocinaban unas marcas menores y como siempre en Bogotá las concesiones de comida son pocas, con poca variedad de productos y mal organizadas.

Hay disculpas que se pueden esgrimir, pero personalmente me pareció que no se hizo un esfuerzo para ganar dinero tema que siempre se esgrime en los deportes como causa del mal desempeño de nuestros deportistas, es cierto que con menos de un mes de antelación se cambió la sede pues Manizales, el lugar original, no pudo cumplir con los requisitos de la Federación Internacional de Voley, específicamente en temas de escenario.

Pero ver muros desnudos de publicidad, boletas regaladas, ningún stand de venta de productos deportivos y muy poca divulgación hacen pensar que o bien no hay personas encargadas de comercializar estos eventos o que el esfuerzo fue minúsculo. Estos escenarios son los lugares adecuados para activar marcas, y sobre todo para crear afición.

Temas jurídicos en el torneo fueron pocos, al igual que muchos deportes, la repetición instantánea fue parte fundamental del evento; esta actividad fue controlada por una mesa de varias personas que rápidamente mandaban a una gran pantalla los videos necesarios, trabajo impecable que a pesar de esto cortaba en algunos momentos el ritmo del juego. En el último partido un pelotazo en la cara dejó totalmente noqueada a la jugadora colombiana Amanda Coneo, luego de algunos minutos de atención la jugadora volvió al partido; y aplaudió en reconocimiento a una acción casi heroica. Me parece que se juega con la integridad de un deportista haciéndolo jugar; puede ser una final o un partido definitivo, pero frente a este tipo de golpes deben existir reglamentos que impidan la participación de estas personas.

El folclórico “sudar la camiseta” en estas situaciones eventos no se puede esgrimir; la integridad de las personas está por encima de los deportes y la responsabilidad de la entidad organizadora puede ser inmenso si algo malo ocurre.