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lunes, 2 de mayo de 2022

Personalmente me parece imposible no pensar o hablar sin tener la política entre ojos, somos seres políticos por naturaleza, nos interesa el poder y sobre todo quien lo ejerce o quien lo ejercerá. Digo esto porque en la actualidad en medios como deporte o arte se está condenando al ostracismo a aquellos deportistas o artistas que no son lo suficientemente contundentes en sus condenas a determinado personaje, o porque son amigos o simpatizantes de algún partido político. La soprano rusa Ana Netrebko fue cancelada en algunos sitios por ser amiga de Putin, una vez hizo declaraciones contra la guerra algunos teatros persistían en el ostracismo de la soprano por no ser lo suficientemente contundente en su condena y finalmente también fue proscripta en Rusia por lo que dijo. En todos lados se busca la opinión de deportistas sobre la actual guerra en Ucrania para sancionar de manera parecida a lo hecho con la soprano.

Hace pocos días el excampeón mundial de ajedrez Gary Kasparov y uno de los mejores tenistas Novak Djokovic se trenzaron en una disputa porque se impide participar a los rusos y a los bielorrusos en Wimbledon. La discusión es desde todo de punto de vista válida y se podría decir que ambos tienen razón. No voy a entrar a analizar los puntos de cada uno, mas bien voy a hablar sobre si se debe mezclar o no política y deporte.

Por allá en 1972, un campeonato mundial de ajedrez en la olvidada y lejana Reikiavik tuvo como trasfondo de manera directa la guerra fría; Bobby Fischer contra Boris Spassky cada uno apoyando una forma de ver la vida y con los estados mas poderosos de ese momento apoyándolos decididamente, curiosamente ninguno de los ajedrecistas comentó algo sobre el tema político; sin mayor vergüenza Henry Kissinger y Leonid Brezhnev apoyaron y arengaron a su jugador y lo enviaron a defender un régimen político; no era simplemente el campeonato mundial; era la guerra. Igualmente político fue el mejor boxeador de todos los tiempos Muhamad Alí, antes Cassius Clay, que se negó a ir a Vietnam a pelear una guerra que no tenía nada que ver con él. En este caso se le retiró el título mundial de boxeo peso pesado y fue a la cárcel. Los atletas Tommie Smith y John Carlos, fueron duramente sancionados al levantar un puño con un guante negro en el podio de los 200 metros planos de los juegos olímpicos de México en 1968. En los años 70´s y 80´s por el choque de corrientes políticas se boicotearon juegos olímpicos y algunos deportistas como Alberto Juantorena eran claros portavoces de sus gobiernos y su tendencia política.

El momento es diferente, las comunicaciones eran distintas en aquella época y ahora, sin embargo es bueno pensar si el deporte puede o no inmiscuirse en política. La realidad es que cada vez es más difícil encontrar atletas de élite que opinen de algo diferente de su deporte, la super especialización de cada actividad impide que estas personas puedan ocupar su tiempo en otro tipo de actividades diferentes a entrenar y practicar. Pero algunos, por convicción podrían o quisieran manifestarse. Así como lo pueden hacer escritores o científicos, no veo por que se les va a impedir a un deportista opinar sobre una elección, una política o una tendencia. Los límites deben ser los mismos que los que se fijan a cualquier otra persona y no me parece adecuado impedir que un deportista de su opinión. Es cierto que el deporte debe o debería estar alejado de la política, lo que no quiere decir es que no se pueda tratar este tema o que los deportistas no puedan fijar sus puntos de vista.