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lunes, 19 de diciembre de 2022

Terminó el mundial, un campeonato interesante, un poco alejado de nuestra realidad colombiana, así lo sentí yo, tal vez por la falta de nuestra selección. No se todavía el resultado final por lo que hablaré un poco de lo ocurrido luego del resultado de Argentina y Países Bajos. Mucho se ha dicho sobre el supuesto insulto de Messi en plena entrevista a un neerlandés fuera de cámara. Si decirle a alguien bobo es un insulto, creo que soy la boca más sucia del planeta; bobo se lo dedico a mis mejores amigos.

Digamos que esta reacción fue el último capítulo de una serie de encontrones dentro y fuera de la cancha entre jugadores y cuerpo técnico de los dos equipos antes, durante y después del partido. Un árbitro con decisiones desafortunadas sirvió de catalizador para que correrán ríos de tinta sobre e “mal ganar de los argentinos” Lo primero que tengo que decir es que personalmente me pareció un partido algo movido pero lejano a reales batallas campales que se han visto en muchos partidos de fútbol.

La historia está llena de partidos realmente violentos y peleas monumentales. Me acuerdo de dos, uno conocido ampliamente es la final de una copa del rey de 1984 en la que en presencia de Juan Carlos y Sofía. Maradona acompañado de 10 jugadores del Barcelona se dieron toda clase de patadas con el Athletic de Bilbao y Andoni Goikoetxea que tiempo antes lo había fracturado. Una gresca de la que al final no hubo ningún sancionado. Vale la pena ver los videos de semejante pelea.

En todos los campeonatos se han armado peleas monumentales por razones nimias, uno de mis primeros recuerdos en el estadio el Campín por allá en 1977 una final del torneo apertura entre Millonarios y el Junior en la que los defensas de Junior le pegaron durante mas de 90 minutos a Willington Ortiz, un árbitro complaciente, el reglamento mal redactado y los ánimos bastante exaltados lograron una pelea impresionante.

El fútbol ha cambiado y cada vez se ven menos escenas como las descritas, es extraño ver a los 22 jugadores dando puños y patadas, asunto que se agradece. Desafortunadamente, ahora en este mundo de cristal cualquier cosa es tomada como un insulto grave que debe ser castigado “de manera ejemplar”. Una jugada vistosa ahora es una provocación y se pretende castigar a quien la realiza por hacer quedar mal a un defensa. La celebración del gol debe ser moderada pues esto puede molestar al equipo rival cualquier frase puede ser tomada como un insulto sancionable. Resulta que el “qué mirás bobo” es, para muchos, una actitud que se debe sancionar.

No podemos olvidar que el fútbol es un juego, que el fin de este juego es hacer más goles del rival y que como juego que todos los que lo juegan empezaron desde muy niños a darle patadas a una pelota, que parte de ese juego es divertirse, reírse un poco celebrar goles y partidos y, por qué no, burlarse un poco del rival. Los futbolistas profesionales no pueden ser diferentes a los otros jugadores de fútbol, lloran, gritan los goles, pelean con los rivales, algunos hablan más que otros, muchos pegan y en general participan en un JUEGO. Espero que el fútbol no caiga en esta aburrida dictadura de lo políticamente correcto, una sociedad de cristal que rechaza cualquier manifestación que se salga de un molde. Los futbolistas no deben ser ejemplo para los más jóvenes, entre otras cosas porque cada vez son más jóvenes y muchos de estos solo saben jugar al fútbol. Algunos son modelos de buen comportamiento, otros no tanto.