domingo, 12 de julio de 2015
Durante mucho tiempo, la principal entretención en algunos lugares era la música y los grandes compositores eran deseados por duques, cardenales y demás nobles; nada diferente a lo ocurrido hoy en día con algunos habilidosos.
Pues bien, estos duques, al contratar a determinado artista tenían potestad total sobre su persona, así, no podían componer si no lo que ellos dejaran, no podían viajar y mucho menos ganar dinero adicional a lo que buena y generosamente les pagaba su “jefe”.
Son muchos los ejemplos que trasladados a nuestro contemporáneo fútbol se pueden dar; veamos:
La sinfonía de los adioses de Joseph Haydn es sin lugar a dudas una reivindicación laboral que de manera muy inteligente le hace el compositor al príncipe Nikolaus Esterházy que tenía a la orquesta aislada y con poca paga. Haydn de manera inteligente compuso una sinfonía donde los músicos se retiraban uno a uno haciendo entender al príncipe que querían volver a sus casas (con algo de dinero, por supuesto).
Más complejo era el panorama para W.A. Mozart; quien debía permanecer en Salzburgo, ciudad que no le gustaba y componer poco pues su “protector” el arzobispo de Colloredo no tenía idea de música pero no lo dejaba siquiera salir de la ciudad.
Peor aún para J.S.Bach, quien llegó debió acabar con sus huesos en la cárcel durante cuatro semanas cuando su “protector” se enteró que Bach había obtenido el nombramiento de maestro de capilla del príncipe Leopold de Köthen sin solicitar su autorización previa.
Era una situación de esclavitud, en algunos momentos bien remunerados pero en otros bastante precaria con el malestar adicional que implica estar a la merced de los caprichos de una persona con poco talento como músico y mucho poder.
Los compositores no tenían mayor fuente de sustento que lo que les proporcionaban los grandes nobles, había competencia por hacerse de los servicios de tal o cual músico y posteriormente dejarlo abandonado igualmente por otro capricho.
Como en todo L.V Beethoven rompió con el esquema prestablecido, su genialidad le permitió, a pesar de su sordera, ganarse la vida como músico independiente, y denigrar hasta del mismo Napoleón. A principios del siglo XVIII surgen nuevas fuentes de recursos para los músicos, dar clases, hacer conciertos y comercializar las partituras de sus obras, fuentes aprovechadas por el genial sordo de Bon.
Beethoven es también precursor del músico “libre” e independiente que si bien seguía dependiendo de las generosas dádivas de sus nobles admiradores pero que nunca renunció a sus convicciones y se negó a “pertenecer” a un protector.
En la actualidad existen algunas situaciones tan aberrantes como las mostradas, muchos artistas de televisión o músicos quedan atrapados en contratos sin salida donde las diferentes casas no lo dejan desarrollar su carrera y no los promocionan quedando condenados al olvido y a la imposibilidad de desarrollar su carrera.
Los futbolistas lograron gracias al tesón de algunos pocos y luchas jurídicas largas y desiguales separarse del odioso vínculo con los equipos que los vendían y compraban.