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sábado, 12 de diciembre de 2015

No conozco el interior de este equipo, pero me atrevería a decir que Santa Fe aprendió de sus errores pasados. Manejar un club de fútbol no es tarea fácil, más aún cuando los apremios deportivos ponen en riesgo la continuidad de una gestión. Empecemos por la cabeza; durante los últimos seis años (en realidad cinco años y nueve meses) el presidente ha sido el mismo, esto le da, repito, coherencia, bueno o malo, quien está al frente de este equipo lo conoce, sabe de la situación de sus jugadores y maneja la institución de la misma manera y es este cargo su único oficio, contrasta, nuevamente, con el “otro equipo” que al capricho de sus dueños en el mismo período de tiempo ha tenido seis presidentes incluyendo uno honorario. En Santa Fe quien maneja el equipo sabe de fútbol, no creo que sea fundamental este atributo pero ayuda, por su parte, al otro lado ha habido excelentes hombres de negocios que en sus ratos libres intentan primero entender cómo diablos funciona un equipo de fútbol y luego tomar decisiones acertadas (casi nunca).

Deportivamente hablando también hay diferencias, en Santa Fe quien maneja este campo, supongo en estrecha colaboración con su presidente, es un antiguo jugador de fútbol que entiende el manejo que se debe dar a los jugadores y que de manera coherente mira refuerzos y autoriza salida de jugadores, tiene unas divisiones inferiores que promueve jugadores a costo cero que pueden ser transferidos posteriormente en muy buen dinero; en la otra orilla se llega al absurdo de contratar más jugadores extranjeros de los que por reglamento se pueden utilizar en un partido con las desastrosas consecuencias económicas y deportivas que esto acarrea. También se ve tino en los jugadores que llegan, no serán de gran cartel pero encajan perfectamente en un esquema. Por el contrario, con la misma facilidad que se cambia de presidente, el otro equipo permanentemente cambia de técnico, normalmente dentro de un mismo campeonato lo que le permite al nuevo entrenador utilizar la desagradable frase de “no es mi equipo, no lo diseñé no es mi culpa” y cada año se cambian más de siete jugadores titulares a petición del nuevo entrenador.

Santa Fe tiene una sede propia en un sitio cercano al estadio, nuevamente esquema coherente mientras que al otro lado se cambia de sede cada vez que el presidente nuevo llega y considera que ese despacho no es digno de su figura. Se respira en ese sitio trabajo en equipo, por el contrario, el abogado del otro equipo está permanentemente a la caza de jugadores en el seno del club que sin importar el conflicto de intereses, los transfiere al exterior en detrimento de la estructura deportiva del equipo al que debería asesorar.

Como marca, como equipo de fútbol y como símbolo de la ciudad, por aciertos del orden organizacional, jurídico y deportivo hoy en día Santa Fe es el equipo de la capital.

Se está llevando a cabo una asamblea de la Conmebol donde prácticamente todos los miembros, incluido su presidente están presos, ¿no será el momento de cambiar algo?