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lunes, 10 de octubre de 2022

El deporte busca la igualdad de las personas que participan en cualquier evento o competencia; la esencia de este es la incertidumbre en el resultado y que sea quien mejor realiza determinada actividad quien logre la victoria. Las reglas buscan precisamente que haya igualdad en los participantes para que gane el mejor. Una de las principales motivaciones de la lucha al dopaje, es precisamente esta, que no haya ventajas externas. Pero de dopaje se ha hablado mucho en esta columna; voy a hablar de trampas y tramposos.

Para lograr participar en la Maratón de Boston se requiere hacer un muy buen tiempo en otra maratón; acá empieza la historia de Rosie Ruiz una cubanoamericana que para lograr la marca para ir a Boston decidió acortar distancia tomando el metro de New York.

Luego en la carrera de Boston, que como ya vimos, pudo ir porque hizo trampa, volvió a utilizar métodos alejados del reglamento. Ganó la carrera y bajó su marca en más de veinte minutos, curiosamente, nadie la vio durante la competencia. Quienes hemos intentamos acabar las maratones tenemos perfectamente claro que es prácticamente imposible bajar 25 minutos en dos carreras. Hoy en día es imposible hacer esto; todos los competidores tienen un chip en el número que identifica permanentemente el sitio donde se encuentra cada participante.

En béisbol de manera permanente se le mira la gorra y el cinturón al lanzador de turno para evitar que este utilice sustancias pegajosas que ha untado allí y que hacen que sus lanzamientos sean mucho más difíciles de batear; hoy en día se puede observar como los lanzadores deben mostrarles cinturón y gorra a los umpires.

No todo se puede definir como trampa, a veces se cambian los reglamentos y situaciones perfectamente válidas se vuelven prohibidas, me acuerdo de algunos vestidos de baño que se prohibieron luego de haber sido utilizados pues aparentemente mejoraban el rendimiento de quienes los usaban.

Todo lo anterior para mencionar una trampa y parece que un tramposo en el mundo del ajedrez. Desde el momento en que las máquinas, lograron superar a los seres humanos, los programas de computadores han convertido en herramientas de entrenamiento, análisis y, por qué no, de trampa.

Los programas de ajedrez, con una perfección asombrosa, rapidez inhumana y análisis a profundidad hacen la mejor jugada siempre, lo que no les ocurre a los humanos que tienen menos facultades pero que además muchas veces hacen algo impensado, alejado del pensamiento racional, para sorprender al contrario.

Todo parece indicar que Hans Niemann utilizó en más de cien partidas, al menos eso dice una comisión independiente de la Federación Internacional de Ajedrez, trampa. Paseos al baño, señales de mano, un dispositivo oculto entre otros parece que han sido las formas de actuar de este jugador. Maniobras aún mas exóticas y desagradables se comentan que hace este ajedrecista.

Controlar estas actividades en partidas jugadas de manera presencial es difícil; ahora bien, el ajedrez tiene la particularidad de poderse desarrollar de manera virtual y es en estos juegos donde es prácticamente imposible detectar la trampa. Apenas estadísticas que indican que tal jugada no puede ser realizada por humanos. El campeón mundial Magnus Carlsen se negó a jugar contra Niemann. También hay grandes defensores del americano que indican que si bien confesó haber hecho trampa hace algún tiempo, nada se puede decir de lo ocurrido del 2020 en adelante. El debate apenas empieza, esperemos a ver en que para toda esta novela.