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sábado, 15 de agosto de 2015

Estos votantes, “próceres del progresismo”, han catapultado una directa cultura de la pereza, la zozobra, y la falta de gestión en el segundo cargo gubernamental más alto de la dignidad nacional. Bogotá, la ciudad querida por muchos, se ha desmoronado en nuestras narices, por culpa de la inoperancia administrativa del gobierno alcohólico de Lucho, el Criminal de Moreno y el desagradable e inoperante de Gustavo Petro. 

Los electores de este modelo gubernamental, que aparentemente no se han dado cuenta que el muro de Berlín ya se derribó hace 26 años y que el socialismo cubano es apenas la tanga que usa la hija multimillonaria del dictador bien extinto Hugo Chávez, se vanaglorian del poder de convocatoria de este tipo de gobiernos, acostumbrados a desmovilizar y convocar con cánticos y arengas excesivas y contaminantes, al margen de la pereza de encender un computador con la excusa delictiva de no querer trabajar nunca.  

Hoy por hoy, este modelo, que se repliega en forma de encanto sonriente, preparación versada y pelo suelto parece incluso querer ocultar su procedencia, al usar en todos los debates y apariciones públicas, diferentes colores que no tengan que ver nada con el amarillo de su procedencia. Clara López, mujer de inteligencia innegable y capacidad comunicativa a la hora de sortear las incomodas y obvias preguntas que hay que hacerle, le ha hecho el juego semiológico a los ya pocos votantes que proclaman su nombre, dándoles a entender su desligo total de las 3 últimas administraciones, en donde siempre participó activamente.

Estos votantes del pasado, ahora ¿por qué se esconden?; ¿Por qué no salen a defender su equivocación con la misma convicción que fueron a las urnas a votar por estos tres maestros del horror?; ¿Por qué están hablando con la cabeza agachada y en voz baja?; ¿Por qué no salen a pedir perdón públicamente por ser cómplices de la inoperancia en Bogotá?.

Es difícil entender cómo alguien que vive, se nutre, se divierte y ocupa un espacio en la gran ciudad, tenga que recurrir al silencio y a la vergüenza para asumir los errores sociales del arma democrática más importante que tenemos los electores. Amigos votantes, de ahora en adelante a quien usted le pregunte por quién va a votar y le responda con un “el voto es secreto”, sepa que esa persona ya se equivocó tres veces y seguramente y por vergüenza no es capaz de sostenerle con argumentos que quiere hacerse responsable del futuro que gracias a su voto, aguarda nuestra generosa “ciudad de todos”.

Hoy, el llamado es a hacernos responsables, a asumir con entereza y convicción, el norte que queremos para Bogotá. Hoy, es el momento de decidir sin pensar en segundas vueltas, que únicamente nuestro voto va a ser el responsable de continuar con la misma inoperancia, corrupción e indolencia; o, si por el contrario nos damos la oportunidad de recuperar a Bogotá y su dignidad, y ponerla en manos de alguien como Peñalosa. Mi voto es por él y desde hoy, me hago responsable de haber escogido quitarle el cáncer político a esta ciudad.