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viernes, 23 de febrero de 2018

Al igual que el titular de esta columna que no hace referencia sino a la criptomoneda que lanzó ayer el dictador Maduro, las fake news se han vuelto recurrentes porque quien las origina de alguna manera piensa influir en el criterio del lector y lo involucra a partir de un titular, en una posición editorial con lo que en el fondo quiere dar a entender en ese sentido.

Esta herramienta, peligrosa por su incidencia en la opinión pública, muchas veces formada a partir de la posición de un simple titular, se ha convertido en la preferida para generar ataques polarizantes que generen sensaciones particulares y despierten aceptación o rechazo frente a personas o ideas, que representan a segmentos o poblacionales que también se nutren de esa misma información.

Colombia, un país que quizá sobrevive en cuidados intensivos por estos días de cara a la campaña electoral que apenas comienza, diariamente es mancillada por personajes que activan aún más las hormonas beligerantes de una nación que a gritos durante más de medio siglo ha pedido vivir en paz, en donde los desmanes vergonzosos e injustificados de la guerra armada parecen estarse trasladando cruelmente a las discusiones virtuales entre los que históricamente habíamos estado del mismo lado, del bueno.

Es claro que hay que asumir posiciones, de eso se trata la democracia. Bienvenidas siempre las ofertas ideológicas y propuestas para encontrarle sentido a esta nación, que ojalá no siga avalando extrañamente en encuestas las del avergonzante, incoherente y perezoso socialismo, pero tampoco y en igual medida, la representación descarada del “todo vale”, los malos tratos, la mermelada y la corrupción.

¿Han visto los montajes que hacen de un lado y de otro?; ¿se ha dado cuenta que el tipo de gobierno que tendría con esas opciones es tan fake como sus propuestas?; ¿ha visto los ejércitos de trolls con los que hay que enfrentarse si usted escribe un apellido u otro?

En los próximos meses Colombia estará enfrascada quizá en la campaña política de mayor participación editorial, conceptual, mediática y democrática de la historia, sin contar la carga emotiva que despertará cada posición del candidato de su preferencia. Amigo lector, en cuatro meses se acaba esta contienda, recuerde que tiene familia, amigos y conocidos; se viene mundial, día de la madre, día del padre y hasta el cumpleaños de sus hijos. ¡Por favor! Se lo pido, vote por quien quiera pero tómelo con calma, “desmovilícese”, no beba en exceso y no concluya posiciones políticas a partir de titulares. Que pereza la llamada al día siguiente a tener que pedir perdón por los excesos; sea prudente, lea a su candidato, argumente con inteligencia y entienda lo más importante, si no vota, no se queje.

Los colombianos, antes que asumir un compromiso con la democracia, debemos asumir responsabilidades con nosotros mismos. Merecemos altura en el debate, verdad en la información, análisis de propuestas e ideas, lectura y crítica fundamentada; no tener que salir a votar en contra, sino a favor de nuestras propias convicciones. Que refrescante es poder leer y votar por candidatos que representan esas características que necesita nuestra sociedad: conocimiento, preparación, compromiso, humor, amabilidad en el trato, coherencia, inteligencia, rigor, carácter, trabajo duro, y por qué no, una buena cerveza.