Agregue a sus temas de interés

Agregue a sus temas de interés Cerrar

viernes, 5 de noviembre de 2021

En octubre, más de 100.000 trabajadores en los Estados Unidos salieron o amenazaron con salir a huelga o paro; 10.000 trabajadores de John Deere, 60.000 trabajadores de televisión y relacionados, 2.000 trabajadores de la salud en Nueva York y 1.400 empleados de diferentes plantas de producción de Kellogg son tan solo algunas de las huelgas que ocurrieron en ese mes, que han continuado en ascenso desde 2018, llegando a números de actividad que no se veían desde la década de 1980.

Las razones de las huelgas (o paros, pues la normatividad del país norteamericano protege “las actividades concertadas que busquen la negociación colectiva u otros beneficios mutuos o protección”, por lo cual el cese de actividades de grupos no sindicalizados es completamente legal y protegido y así el término “strike” cobija a ambos grupos) se deben en mayor medida a temas salariales y de beneficios.

Dan Osborn, presidente del Bctgm (Bakery, Confectionery, Tobacco Workers and Grain Millers' International Union) ha dicho en una entrevista con Forbes que, mientras el CEO y los altos ejecutivos de Kellogg han obtenido un incremento de 20% en sus salarios entre 2020 y 2021, dichos incrementos no se han trasladado a los empleados de planta, los cuales han sufrido recortes de personal que los han obligado a trabajar por encima de las jornadas ordinarias de manera forzosa para mantener la planta funcionando 24/7.

Sin embargo, este tipo de situaciones vienen sucediendo hace décadas debido a factores como la internacionalización de plantas de producción en lugares más económicos, como China o México. Ya en 2008, en plena crisis, se supo de los escandalosos salarios y bonificaciones de los altos directivos de empresas y bancos, los cuales conservaron en muchas ocasiones sus puestos y bonos mientras la tasa de desempleo subía casi al 10% en 2009.

Sin embargo, en 2010 el número de trabajadores en huelga fue de los más bajos de la historia. En la entrevista de Forbes citada arriba, el señor Osborn indica que en 2019 Kellogg no contrató empleados y durante la pandemia hubo un momento en el cual 100 personas no podían trabajar por tener covid o por cumplir con los protocolos.

Pasada la pandemia y con una economía estable, empresas como Kellogg no pueden prescindir de sus empleados experimentados y al revés se encuentran en la búsqueda de nuevos trabajadores en un mercado con poca oferta debido a la baja tasas de desempleo.

Lo que nos lleva a la causa más determinante del incremento de las huelgas y paros: la baja tasa de desempleo actual en Estados Unidos después de la pandemia.

Por paradójico que parezca, el hecho de que haya una tasa de desempleo baja y una necesidad de contratación por parte de los empleadores (que se dificulta debido a los auxilios de desempleo que ha otorgado el gobierno), hace que los trabajadores tengan una mayor seguridad, lo cual les permite salir a huelga sin el riesgo de un despido u otras consecuencias.

Con la situación laboral actual, una aprobación general de los sindicatos de 65%, un incremento a más de 10% de los miembros activos de sindicatos y un presidente que se autoproclama el “presidente más pro-sindicato que ustedes han visto”, parece ser que los movimientos de trabajadores vuelven a tener importancia en Estados Unidos, después de décadas de irrelevancia.