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martes, 1 de septiembre de 2015

El viernes pasado Caracol Radio hizo el primer gran debate regional en Hora 20, en alianza con La República y la Silla Vacía con los candidatos a la alcaldía de Medellín Alonso Salazar, Federico Gutiérrez y Juan Carlos Vélez, los que más opción tendrían si las elecciones fueran hoy. Pero aún falta mucha agua por correr por el río Medellín.

La capital antioqueña no es Bogotá desde el punto de vista institucional, ni Cali, que se dejó tomar ventaja de la falta de liderazgo y sentido de apropiación de lo público, pero sí padece los mismos problemas preocupantes de estas: seguridad, movilidad y ordenamiento territorial. El de cada ciudad y sus entornos.

Medellín y Barranquilla son las ciudades de mostrar. Al escuchar a los tres candidatos -políticos como cualquiera, con sus muchos defectos-- queda la sensación de que no hay una polarización profunda, la administración de Medellín ha consolidado una institucionalidad que funciona más que en las otras ciudades; que no hay riesgos de tierra arrasada cualquiera sea el ganador  y que el sector privado pesa a la hora de las grandes decisiones sobre la ciudad.

Sin embargo, la ciudad parece estar muy lejos de resolver el problema de seguridad. Los candidatos admiten que existe un pacto de fusiles entre bandas de no agresión y eso explicaría que hayan bajado las cifras de homicidio. Pero, por las cifras oficiales y las que manejan los candidatos, más de la mitad de esa capital está en manos de las bandas delincuenciales -un 70% según Juan Carlos Vélez-, producto del reparto de la Oficina de Envigado y el Clan Úsuga. Los negocios del centro -donde en 2014 hubo 134 homicidios por cada 100 mil habitantes-, incluido el espacio público, están bajo el control de entre 15 y 20 combos que ya no solo cobran vacuna sino que tienen el control de productos de primera necesidad como huevos o arepas y hasta el gas.

Por supuesto que cada candidato tiene su fórmula. Salazar busca ganar control con seis vice alcaldías; Vélez con más uniformados en zonas críticas como el centro; y la reorientación de la de secretaria de seguridad que propone Gutiérrez. La pregunta es si esas propuestas pueden tener algún efecto en una ciudad donde las dos grandes estructuras sobreviven así algunos de sus jefes estén extraditados  o algunos asesinados.