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martes, 25 de marzo de 2014

Hace un buen tiempo, orgullosamente lo digo, me invitaron a que escribiera una columna semanal sobre lo que está de moda.

A eso me he dedicado con todo entusiasmo. Hoy, a diferencia de lo que es usual cada semana, escribiré sobre lo que no lo está.

Muy inquieta y preocupada quiero compartirles lo que me sucedió, para ilustrar que definitivamente la falta de cultura ciudadana NO está de moda.

Pasaba en mi carro por el semáforo de la carrera 15 con calle 85, a una cuadra de donde vivo. Llegaba de hacer mi programa diario de radio (La Ventana de Caracol) y como procuro ser respetuosa de las normas en todo, incluidas las de tránsito, solo arranqué cuando el semáforo dio vía libre para voltear de la 15 a la 85, en sentido hacia la autopista. 

Al estar el mío en verde,  el semáforo de peatones para cruzar ese pedazo de la 85, estaba en rojo. Cual fue mi sorpresa cuando vi que un grupo de personas de unos cincuenta y tantos se abalanzó para pasar. Yo miré por el espejo retrovisor y vi que venían más carros, inmediatamente miré el semáforo de peatones y al ver que estaba en rojo les indiqué que miraran y pararan. Pues en vez de hacerlo, lo que hicieron fue pegarle a mi carro. Bajé la ventana para señalarles que miraran el semáforo que les correspondía, y que con esa actitud no se lograba nada; como cargados de dinamita a punto de explotar, comenzaron a insultarme e incluso uno de ellos cruzó el umbral de mi ventana para pegarme. Estaba tan energúmeno que seguro si hubiese tenido un arma, la hubiera usado en mi contra.

Uno siempre piensa: primero está el peatón; pero, ¿por qué en este caso el que va en carro debe respetar al que cruza y el que va caminando no? ¿Por qué se quiere pasar una vía desconociendo un semáforo y actuar con desenfreno e irracionalidad? 

Eso acarrea que el normal desarrollo de la dinámica se vea afectado. Los semáforos tienen un tiempo estipulado para que los vehículos y las personas transiten. Cuando se modifica de un lado o del otro, todo se trastorna. Sin contar con lo que implica el uso de la violencia, que nos está matando literalmente.