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sábado, 7 de noviembre de 2020

Debido a la pandemia y a las cuarentenas nacionales las emisiones de carbono disminuyeron 17% a nivel global, mayor a la que se vio durante la recesión de 2008. Aunque alentadora, esta caída se queda corta a la hora de enfrentar el cambio climático. Por otro lado, en Colombia, más de 80.000 establecimientos de comercio han cerrado definitivamente y 73% de los comerciantes no tienen acceso a recursos de financiamiento.

El cambio climático ha dejado de ser un secreto y sus catastróficos efectos han logrado captar la atención de muchos. Ahora, en unos pocos meses, la pandemia logró esconder al cambio climático debajo del tapete, pero destapó otros problemas que se habían invisibilizado. La crisis económica, que ha afectado particularmente a pequeñas empresas y emprendedores, visibilizó la inaccesibilidad a los instrumentos de financiamiento y la limitada capacidad del sistema financiero para adquirir cualquier tipo de riesgo.

Las crisis climática y económica han potencializado las necesidades de disminuir las causas del aumento de la temperatura y de la creación de nuevas fuentes de financiación. El sistema financiero ha demostrado su compromiso con la transición hacia una economía verde y sostenible, objetivo consagrado en el Acuerdo de París, con los bonos verdes.

En 2007, el Banco Europeo de Inversiones emitió por primera vez 600 millones de euros (unos US$707 millones) en bonos verdes. Hoy en día, la demanda de estos bonos no para de crecer. Solo en 2019 se emitieron US$257 billones en bonos verdes y se estiman US$350 billones para 2020 y el trillón para 2021. En Colombia se han emitido más de tres billones de pesos colombianos en bonos verdes, incluyendo la última emisión de Banco de Bogotá por $300.000 millones.

La Superintendencia Financiera expidió la Guía de Buenas Prácticas para las emisiones de bonos verdes en respuesta al auge de emisiones de esta naturaleza, precisando los estándares que deben seguirse en el mercado de valores, lo cual puede impulsar aún más este instrumento financiero no solo desde la perspectiva de rentabilidad sino de impacto positivo para el medio ambiente.

La mayoría de estas emisiones han sido realizadas por entidades bancarias o grandes empresas. Sin embargo, existe un canal diferente a los tradicionales que permite el acceso de pequeñas empresas a los bonos verdes como nueva fuente de financiación. La financiación colaborativa, o crowdfunding, ha sido implementada en nivel mundial con el propósito de diversificar el acceso a recursos de financiamiento.

En Colombia se reguló por primera vez esta actividad mediante el Decreto 1357 de 2018, el cual representó un tímido avance debido a las pequeñas cantidades de financiamiento permitidas. Sin embargo, el Decreto 1235 de 2020 aumentó el monto máximo de financiación a 58.000 salarios mínimos mensuales legales vigentes, aproximadamente $50.000 millones o US$13 millones.

La combinación de bonos verdes y crowdfunding aumenta las oportunidades de financiamiento para las empresas que, por su naturaleza y necesidades, se les dificulta acceder a los canales tradicionales y que requieren de financiación más flexible. Las emisiones de bonos verdes por medio de crowdfunding facilitan la satisfacción de las altas demandas de financiamiento y, además de contribuir al desarrollo sostenible, aumentan la oferta de inversionistas verdes.