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viernes, 24 de noviembre de 2023

No me cansaré de repetirlo: tener una sociedad es como tener un hijo, y los socios son como los papás, con sus contextos, formas, estilos y complejidades. Los problemas personales se trasladan a los problemas societarios, sin problema alguno.

Entre los socios, entonces, hay altas probabilidades de fricción en donde la desconfianza es la que marca el camino. En todo caso, podría decirse que el bajo rendimiento financiero, la falta de comunicación o comunicación incompleta, las demoras en las respuestas o ignorar a los accionistas, y la debilidad en el gobierno y en la estructura societaria son los principales detonantes de los conflictos.

Entonces, el conflicto societario es propio del mundo empresarial. El problema es el escalamiento de este. Lo que no debe pasar es que se subestime el costo de estos, creyéndose que sus efectos son mínimos.

De un conflicto societario hay un costo económico, que se debe ver desde dos aristas: el costo para los mismos socios, que deben invertir en abogados, procesos jurídicos, árbitros, litigios, entre otros. De los conflictos, el único que siempre ganará será el abogado.

El otro costo económico es para la misma sociedad. Los conflictos distraen a los administradores y empleados de sus responsabilidades diarias, lo que puede llevar a una disminución de la productividad. A eso hay que sumarle el conflicto en la comprensión de los roles y responsabilidades que debe asumir la administración, muchas veces en el fuego cruzado, que se refuerza en la falta de comunicación efectiva y probablemente en la misma desconfianza en la gestión.

Además, la hostilidad en el entorno de trabajo pueden llevar a una disminución del compromiso, la creatividad y la colaboración, lo que afecta negativamente el clima laboral. Insisto: no tengo pruebas, pero no tengo dudas.

Cuando se hace un due diligence y se evidencia un conflicto societario, eso tiene impacto en el valor de compra. La falta de estabilidad se percibe, afecta la reputación (hay una historia de una disquera muy famosa que puede dar fe de ello) y erosionar la confianza en el mercado. Y si al conflicto societario le sumamos un bloqueo en las decisiones, mucho peor.

El tiempo es un recurso escaso para la sociedad y focalizarlo en conflictos desvía profundamente la capacidad de atender lo que sí puede ser relevante para la misma sociedad. No tengo un estudio económico sobre ello, pero la experiencia sí me puede demostrar que un conflicto societario afecta el valor y la productividad.

Hablemos del costo emocional: esas tensiones generadas rompen amistades largas, familias, buenas relaciones, afectando inclusive al equipo directivo. La incertidumbre, la desconfianza y la presión emocional pueden tener un impacto profundo en las personas involucradas. Conozco un caso muy famoso en donde, por un conflicto societario, una accionista sufrió un infarto.

Al final, un conflicto societario afecta muchos más factores de los que los mismos accionistas creen. La desconfianza, el ego, la vanidad, también son enemigos de las empresas, más aun cuando se llevan a niveles altos. Diferencias siempre habrá, pero hablar de “conflicto” societario tiene un componente mucho más profundo, con muchos más efectos. No toda diferencia es un conflicto societario, pero todo conflicto societario es una diferencia (y una muy mal llevada).

Acá no hay consejos para evitar los conflictos. Siempre existirán. Eso sí, el primer paso será considerar los efectos que tiene profundizar un conflicto entre los socios.