Desde hace tiempo se viene criticando la falta de reacción de los países de la OMC ante los desequilibrios, desventajas y desigualdades, en el ámbito del comercio multilateral, que han derivado en la guerra comercial que amenaza la supervivencia de esta organización.
Adeyemo and Joshua Zoffer Wally (The Economist) sostienen que la incapacidad de sus miembros, para hacer cumplir las reglas del sistema multilateral de comercio, implica que es hora de admitir que la OMC no es adecuada para su propósito.
Afirman que el mundo necesita nuevas normas e instituciones para gobernar la economía global, algo que no se conseguirá con una guerra de tarifas.
Un ejemplo de lo anterior es la adhesión de China a la OMC, en 2001, bajo la falsa equitativa de que haría su transición hacia una economía de mercado y se privatizarían las empresas controladas por el Estado.
Las políticas de Xi Jinping demostraron su falta de voluntad para ajustarse a las reglas del tratado y China está utilizando su exceso de capacidad industrial para inundar el mundo, con productos a precios artificialmente bajos, hasta el punto de que ese país, es hoy en día, no solo es una amenaza para los EE. UU. sino para el resto del mundo.
Sin embargo, en el ámbito de la OMC no se ha hecho nada por garantizar las reglas de juego y corregir el rumbo.
Pero mientras algunos piensan que es indispensable la reestructuración del sistema multilateral de comercio, otros en cambio sostienen que la guerra de aranceles de Trump puede aprovecharse para, provocar una nueva rueda negociaciones, nunca vista, con el fin de buscar una reducción sustancial y generalizada de aranceles (Hervé Jouanjean, Joost Pauwelyn, Jennifer Hillman ).
Parten del supuesto de que los países que sigan comprometidos con los principios de la OMC, cuando entren a negociar y reducir sus aranceles con los EE. UU., en aras de evitar la aplicación de los aranceles recíprocos, van a extender esas reducciones a todas las partes del tratado, en virtud de la NMF.
Sin embargo, existe el riesgo de que esos países decidan no acatar este principio y solo reduzcan sus aranceles a EE. UU., lo que significaría el fin de la OMC y el predominio de un comercio discriminatorio.
Para evitar lo anterior, estos autores sugieren que la OMC asuma el liderazgo de promover una nueva rueda de negociaciones, lo que debe hacer muy pronto, antes de que el asunto se le salga de las manos.
Sostienen que esta ronda puede realizarse al amparo del artículo XXVIII del GATT que, en su opinión, permite a cualquier miembro modificar unilateralmente sus compromisos tarifarios, con la condición de que negocie compensaciones con los países más afectados por la modificación arancelaria (los países que representan 10% o más de las importaciones.)
Es importante, hasta momento, Estados Unidos no ha invocado ese artículo para imponer los aranceles recíprocos.
Esta tesis no ha estado exenta de controversias y se contrargumenta que el trato NMF no funciona en el vacío, sino que va de la mano con la reciprocidad, que una vez que la reciprocidad esté seriamente desequilibrada, la aplicación de MFN ya no tiene sentido y que es difícil ver cómo las negociaciones sobre "aranceles recíprocos" nos llevarían hacia un "régimen comercial más o menos equilibrado". (Neeraj).
Al margen de lo anterior, lo cierto es que todo el mundo está a la espera de que la OMC se manifieste y comience a mandar señales. El tiempo apremia
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