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sábado, 12 de marzo de 2022

No solo ha desconocido con su brutal y salvaje proceder las más elementales normas del derecho internacional, del derecho a la soberanía, a la autodeterminación de los pueblos, a la dignidad de las personas, sino que ahora exige a Estados Unidos retirar las armas nucleares estacionadas en Europa Occidental, ha puesto en estado de alerta el enorme arsenal nuclear ruso, y ha amenazado a las pacíficas Finlandia y Suecia en caso que soliciten su adhesión a la Unión Europea. Está poniendo al mundo entero al borde de una guerra nuclear, siendo la prudencia y moderación de los aliados lo único que evita la catástrofe.

En días pasados (28 de febrero), la BBC publicó un diagnóstico psicológico forense de Putin, y describe en él a un megalómano que no tiene problema en iniciar una guerra nuclear si se siente humillado o si se le hace sentir como a un paria. El punto que deseo resaltar es ¿y cómo dejaron llegar a un sujeto así al poder? Y no me refiero a actos delincuenciales para acabar físicamente con él, como seguramente más de uno está pensando que toca hacer con esos tipos, sino a la seducción que en algún momento pueden llegar a generar en la población este tipo de individuos, población que, alienada, les da el voto y les otorga la confianza para detentar el poder del Estado.

Entregarle a un individuo con esas características de soberbia, prepotencia, megalomanía y dominación el poder de un Estado es una decisión suicida, al igual que ocurrió en su momento en Alemania con Hitler. Sujetos que se consideran por encima del derecho, de las personas, con el poder para decidir a su antojo sobre los demás y respecto de los cuales la población, enceguecida, hizo caso omiso de las señales de alerta y les otorga toda su confianza. El precio a pagar fue altísimo, igual que lo ha sido para los venezolanos, por ejemplo. Lo que demuestra la historia es que una vez en el poder se perpetúan en él para hacer realidad sus desgraciados propósitos, sin importarles los costos de sus decisiones. Lamentablemente entre nosotros también tenemos ejemplo de este tipo de sujetos participando en nuestra próxima contienda electoral, con todos los riegos que ello conlleva para nuestro futuro, sátrapas arrodillados ante los gánsteres del mundo mientras en Ucrania un presidente valeroso y su pueblo se defienden con las uñas contra el gigante que está pasando literalmente por encima de ellos.

¿Hasta dónde vamos a llegar con Putin? Y la pregunta la formulo en plural pues las consecuencias de una guerra nuclear serán devastadoras para la totalidad de la humanidad. Los jóvenes que van a participar por primera vez de estas elecciones en Colombia no tienen ni idea de lo que fue la Guerra Fría, del poder destructor total del arsenal nuclear mundial; tal vez no les preocupe que quien rija los destinos de Colombia pueda terminar siendo el socio ideal de otro megalómano como es Maduro, esbirro incondicional, a su vez, de Putin en Latinoamérica. ¿Dejaremos en manos de ellos la suerte de Colombia? Así como otros, Putin tuvo en su momento armas en sus manos y por ello hoy no tiene ningún escrúpulo en poner el dedo en el botón nuclear y en la sien de todos el cañón del arma asesina. ¿Quién considera usted que es el socio perfecto de Maduro, de Putin y de Cuba en nuestra Colombia?

PS: La aplicación de las drásticas sanciones que occidente se está viendo forzado a imponer a Rusia va a impactar también negativamente las economías del resto del mundo. Ya veo a los oscuros sujetos tejedores de populismo violento tan en boga en el mundo y particularmente en Colombia, valiéndose de ello para dar rienda libre a su profesión: generar violencia, polarización, odio, destrucción e incertidumbre… y ganar las elecciones.