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viernes, 25 de noviembre de 2022

La labor del litigante primordialmente es la defensa de causas y de los seres humanos.
Estos factores deben estar alejados de color político, ideología, sexo, género, raza o cualquier distinción discriminación o diferenciación que no esté justificada para no ejercer tal mandato.

De la misma forma, el defensor debe ejercer su tarea dentro del marco legal y deontológico, sin juzgar o realizar valoraciones sobre la culpabilidad de la persona a manera de reproche.
También debe escoger el mejor camino para ejercer la noble defensa de cualquier caso y persona en particular.

Así las cosas, también es absolutamente claro que no hay mayor satisfacción que ganar un proceso donde la persona se dice ajena a una conducta punible y esto se puede demostrar, bien sea porque actuó conforme a una causal excluyente de responsabilidad o simplemente fue acusado injustamente.

La victoria del defensor es la de su cliente, pero cuando la victoria se logra con la inocencia de un inocente se aplica plena justicia y el derecho de defensa brilla, es esplendoroso y magnífico.
El defensor debe caracterizarse por su generosidad, su pundonor, su capacidad de lucha y ponderación a la hora de debatir o replegarse o ceder.

Hace 10 años, Sigifredo López y otros grandes humanistas, algunos continúan hoy otros no, puso a disposición de muchas personas perseguidas sin fundamento, tal y como le pasó a él que sufrió en carne propia la injusticia y todo por la curva de una oreja, la Fundación Defensa de Inocentes, que sin prisa, pero sin pausa ha dedicado el alma y el conocimiento del derecho a beneficiar con su trabajo a cientos de personas que siendo inocentes han sido perseguidas por la Fiscalía.

Las defensas así nutren el espíritu, dan una razón para no desfallecer, caer y levantarse, pero jamás arrastrarse y mucho menos levitar ni sentir que los pies se levantan del suelo, es decir que es una labor que nos hace sentir siempre orgullosos de nuestra labor sin creer que somos omnipotentes.

Ayer participé con mucho entusiasmo en el conversatorio “Problemáticas del sistema penal colombiano”, organizado por la Fundación en su décimo aniversario y en el cual compartí ponencia con otros dos grandes abogados: Jaime Granados y Germán Navarrete.

Debo decir que este tipo de debates nunca sobran, siempre habrá nuevas ideas que discutir alrededor de la labor de la defensa y de las normas que nos rigen.

Para el que quiera verlo quedó publicado en el canal de YouTube de la Fundación Defensa de Inocentes.
No puedo dejar pasar este espacio sin exaltar la labor realizada por esta entidad que representa el espíritu del abogado defensor en todo sentido: trabajar siempre con el alma dejándolo todo en el litigio y proteger a los inocentes. Les deseo muchos años más de defensa para ustedes.