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jueves, 6 de marzo de 2014

Estos candidatos nuestros, los que forman el abanico de aspirantes al nuevo Congreso, el que tendrá que atender al gobierno Santos repotenciado, son los mismos con las mismas. Y como saben que los electores no tenemos memoria, porque si la tuviéramos los habríamos revocado hace décadas, apelan al mismo libreto, en el mismo orden.

En una primera fase, como candidatos, encantan y sonríen. Mienten y se apropian de los logros de otros: han hecho cuentas ustedes de los que reclaman para sí haber destapado la olla del carrusel de la contratación? No son menos de ocho en ningún caso.

Luego, en la segunda fase, cuando ya han prestado juramento, toman distancia. Trabajan como por inercia, son locuaces y perentorios ante los medios y desayunan: porque los congresistas colombianos que no van a desayunos no son nadie. Son como los que viven de las páginas sociales y los dejan de retratar por semanas.

A medida que la legislatura avanza van cerrando su posición, quiero decir, van comenzando a asomarle al gobierno su herramienta más eficaz: el chantaje. Y todas las legislaturas terminan igual, con la carrera de la reforma tributaria o la de la reforma a la salud o la del sistema de pensiones. Con razón los congresistas se abrazan, al filo de las 12 de la noche de esos aciagos días: porque han logrado lo suyo, han consumado su chantaje.

Y la tercera fase, que se llama la fase de la negación, también la conocemos ya: que no leí, que no entendí, que nunca los había conocido, que si contribuyeron a mi campaña no lo recuerdo y, la máxima: que todo esto es una persecución política.

Ahí tienen, en resumen ejecutivo, lo que es el 80% del Congreso.

Pero el 20% restante no es muy alentador: pongamos, por caso, a los Galán: alguien puede informar al país, distinto de generarle considerables cargos al erario, qué han hecho los Galán por Colombia? 

Por eso es que los candidatos nos aburren tanto, sin importar olores, colores ni sabores.

En Colombia hemos llegado - ahora sí - a la máxima refinación del principio de separación absoluta de los poderes: porque el ejecutivo, el legislativo y el judicial, cada uno por su cuenta, roba, abusa y permanece impune, con total independencia. 

Habrá excepciones, desde luego: sin responsabilidad de mi parte, tendría uno que admitir que en la legislatura que termina había 4 o 5 Representantes y unos 8 Senadores matriculados en el equipo de la decencia. 

Puesta la mano firme en el corazón grande, hay alguna esperanza de que esta situación cambie a partir del próximo 20 de julio? Cada cual tendrá su propia respuesta.

De tal palo tal astilla se dice coloquialmente. Es por eso que tenemos los Padres de la Patria que merecemos.

Pese a todo lo anterior, de los repitentes escogería a Juan Mario Laserna, por serio, decente e independiente. De los nuevos aspirantes a Claudia López, para ver si metida en esa jauría es tan independiente como predica. Pero tiene con qué y se ha parado seriamente frente a temas serios.

Y en la Cámara de Bogotá, con toda confianza le voy a dar mi voto a María Elisa Uribe: porque merece sobradamente la oportunidad y porque tiene la preparación para hacer mucho por lo que nos queda de ciudad.