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OPINIÓN

Afán por descarbonización amenaza la autosuficiencia energética

14 de marzo de 2025

Nicolás Arboleda Márquez

Socio de Petróleo, Gas, Minería y Medio Ambiente de Cuatrecasas
Canal de noticias de Asuntos Legales

Mucho se habla de la transición energética y su importancia para lograr un futuro más sostenible. También de minerales del futuro, minerales críticos para la transición y la descarbonización de la economía. Todo esto es crucial para que, efectivamente, nuestros hijos y nietos puedan tener un planeta más sostenible y reducir la contaminación (como término genérico). Es imperativo que globalmente logremos la carbono-neutralidad y que en efecto todas las emisiones de gases efecto invernadero sean compensadas (y en gran medida, reducidas). Nada de esto es novedoso y tiene que formar parte de la agenda global.

Ahora bien, lograr estas medidas en un plazo inmediato puede resultar en toma de decisiones apresuradas que podrían poner en riesgo la seguridad y autosuficiencia energética de los países, especialmente de aquellos en vía de desarrollo. Como dice el refrán: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”. Así intentemos acelerar el proceso hacia una transición energética y hacia una descarbonización de la economía, la realidad global es que los recursos naturales los seguiremos necesitando y serán desplazados paulatinamente. Esto no se logra en un abrir y cerrar de ojos, y mucho menos -reitero- en países en vía de desarrollo cuyas economías dependen de la extracción y comercialización de materias primas como minerales e hidrocarburos.

En este afán por la descarbonización (la cual, como mencioné, debe ser una meta de largo plazo) y transitar hacia el uso de energías más limpias, estamos descuidando la seguridad y autosuficiencia energética. ¿Por qué? Principalmente porque dejamos de atender el presente para enfocarnos en un futuro no tan cercano, lo cual nos lleva a dejar de planear en el hoy, ante la realidad del mercado actual. Eso es lo que vemos que ocurre ahora en Colombia. Por enfocar los esfuerzos en lograr una descarbonización acelerada y migrar urgentemente a fuentes “limpias” de energía, nos olvidamos de que más del 95% del parque automotor necesita combustible, que más de un millón de familias no tienen servicio de gas domiciliario y utilizan leña, y que hay más de 400 mil familias en zonas no interconectadas, por lo que seguiremos demandando combustibles fósiles por varias décadas más.

Ahí es donde radica la preocupación. ¿Por qué si necesitamos varias décadas más de combustibles fósiles para continuar avanzando como humanidad, queremos ignorar la importancia de estos? Estamos tapando el sol con un dedo y desconociendo la realidad, poniendo en peligro nuestra seguridad energética.

En términos prácticos, el país se quedará sin gas en alrededor de 6 años (tal vez menos) según las reservas actuales y la producción/consumo actual; la gasolina y demás combustibles producidos localmente en nuestras refinerías no dan abasto con la demanda y prevén situaciones de escasez por mantenimientos o coyunturas similares; las importaciones de combustibles, en cambio, han incrementado mes a mes; y los proyectos de importación de gas están avanzando a pasos agigantados.

Todo esto significa que nos estamos quedando sin combustibles fósiles en el país, que estamos recurriendo cada vez más a la importación de estos y que seguramente los más afectados con un desabastecimiento seremos nosotros, los ciudadanos de a pie. Este es un tema prioritario, ya que el país nunca había vivido esta coyuntura energética, preocupante y algo desastrosa. Si no le ponemos atención a este problema, sin lugar a duda, perderemos por completo nuestra autosuficiencia energética.

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