Estas estadísticas, que reporta la Confederación de Cámaras de Comercio (Confecámaras), indican que más de la tercera parte de las sociedades que inician vida comercial fracasan en el intento y deben ser liquidadas. 70% cierran antes de cumplir tres años de operación y solo un 10% supera con éxito los cinco años.
Sin duda, la frase que reza “no hay fórmula mágica que garantice el éxito de un negocio” es tan cierta que me atrevo a decir que muchos empresarios que hoy en día están detrás de organizaciones grandes y exitosas, perfectamente podrían quedarse enumerando los múltiples tropiezos por los tuvieron que pasar para llegar hasta allí, y la lista sería bastante extensa.
La alta carga impositiva a la que se enfrenta un empresario, la excesiva competencia, la falta de experiencia, la falta de capital y hasta las decisiones mal tomadas constituyen factores que demuestran que sacar adelante una empresa y hacerla sostenible en el tiempo no es tarea sencilla.
Steve Blank, uno de los empresarios y académicos más reconocidos en Silicon Valley (California), escritor del método Lean Startup y quien además quebró muchos años atrás con su empresa de video juegos Rocket Science Games, dice que la cultura emprendedora del mundo se ha convertido en ‘amiga’ del fracaso.
Es decir, ser capaz de volver un esfuerzo fracasado en una oportunidad para ampliar el conocimiento y convertirse en un emprendedor con más experiencia y más credibilidad en el mercado; además de aprender a no volver a repetir los mismos errores en otros proyectos.
Por algo dicen que los verdaderos emprendedores toman el fracaso como una simple piedra en el camino hacia el éxito. No basta con tener una buena idea, la clave está en que el espíritu emprendedor al que muchos aluden, no le tema al fracaso, a tomar malas decisiones y a asumir riesgos.
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