Las recomendaciones de Posse Herrera Ruiz para el cierre fiscal de las compañías
La firma enfatizó la importancia de revisar la vida útil de los activos, dado que, desde 2016, ya no existen vidas útiles fiscales preestablecidas
10 de noviembre de 2025
A dos meses de que termine el año, algunas empresas comienzan a organizar sus cierres contables y fiscales para evitar problemas de último minuto. Para aquellas que se resisten a hacerlo con antelación, Posse Herrera Ruiz destacó la importancia de planear estratégicamente para prevenir errores irremediables.
Así lo explicó Felipe Pardo, director del equipo de impuestos y planeación financiera de la firma, quien resaltó que la recomendación principal para las empresas siempre es la anticipación. “En Colombia tenemos la costumbre de alabar al héroe, al que llega a salvarnos después de que ocurre el error. No queremos al bombero que apaga el incendio, sino a quien evita que se genere”, afirmó.
Según Pardo, el primer paso es revisar el marco teórico contable que aplica a cada compañía u organización, según su estructura: grupo uno, de NIF plenas; grupo dos, de NIF para Pyme; grupo tres, de contabilidad para microempresas; y, por último, entidades que no cumplen con la hipótesis de negocio en marcha.
“La elección del grupo contable no es un detalle menor, sino que impacta directamente las deducciones fiscales y la validez de los estados financieros”, precisó.
No obstante, el abogado advirtió que la definición del marco contable tiene un impacto a mediano plazo. Aunque generalmente se sugiere aplicar el grupo dos a cualquier empresa que esté iniciando en el mercado, “una vez que define qué grupo aplicar, debe mantenerse en él durante tres años, y todo marco técnico contable incide directamente en la carga fiscal sobre el impuesto de renta”.
De esta manera, una elección incorrecta podría limitar las opciones tributarias de la empresa y encerrarla en un esquema fiscal poco adecuado y poco flexible.
En segundo lugar, Pardo enfatizó la importancia de revisar la vida útil de los activos, dado que, desde 2016, ya no existen vidas útiles fiscales preestablecidas, y cada compañía debe definir las suyas. “Las vidas útiles son estimaciones contables y, por naturaleza, deben revisarse cada año. Esto hace que las alícuotas sean distintas si se realiza un análisis juicioso”, explicó.
Como tercer punto, el experto de Posse Herrera Ruiz destacó la diferencia en cuentas de moneda extranjera, la cual debe calcularse con la Tasa Representativa del Mercado, TRM, y no con la tasa de negociación, un error frecuente en muchas empresas.
Seguido de esto, Pardo subrayó que las compañías no pueden descuidar el impuesto mínimo, que establece que sobre la utilidad contable deben pagar al menos un 15%. “Aunque algunas empresas consideran que no les aplicará, especialmente porque tributan de más, ciertos ingresos contables que no se gravan en el sistema ordinario sí cuentan para este impuesto”, advirtió.
“Un error común es esperar hasta cerrar las cifras contables para calcular el impuesto mínimo. Hacerlo con anticipación, por ejemplo en marzo o abril de 2026, permite a las empresas prever su impacto y planear con mayor efectividad”, agregó Pardo.
La anticipación y la planificación estratégica en materia contable y fiscal no solo evitan contratiempos de último minuto, sino que también permiten a las empresas optimizar su carga tributaria y tomar decisiones más seguras a mediano y largo plazo.
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