miércoles, 28 de septiembre de 2016
La petición fue negada en primera instancia ya que la Dirección de Signos Distintivos consideró que la marca no contaba con la distintividad requerida, pues el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina de Naciones dice que una marca debe servirle al consumidor “como medio de diferenciación de los productos o servicios para los que se ha registrado”.
Sin embargo, el apoderado de la Cámara de Comercio de Medellín, Julian Esteban Mesa Gil, argumentó que “el signo a registro cumple, tanto con la función de indicación del origen empresarial cómo con la función de la calidad del servicio que se presta”.
Según el socio de la firma Baker & McKenzie, Álvaro Correa “se ha entendido en la doctrina que cuando el signo combina términos que pueden ser descriptivos individualmente considerados pero que por razón de esa combinación particular revisten cierta fantasía o transmiten una idea ingeniosa, son distintivos y pueden ser marca”.
Con los argumentos expuestos, el Superintendente Delegado para la Propiedad Industrial, José Luis Londoño, realizó el análisis nuevamente y determinó que la combinación “particular y arbitraria” de las dos palabras logran generar recordación y asociación empresarial.
Ante esto, no quedaba motivo para que el signo fuera negado en la clase 42 de la clasificación internacional de Niza y revocó la decisión emitida en primera instancia, haciendo la salvedad que con el registro no se le da exclusividad a la Cámara de Comercio de Medellín del uso de los términos de manera individual, es decir, estos podrán ser utilizado por terceros.
Para el socio de la firma Amaya Propiedad Intelectual, Carlos Amaya, “la decisión de la Delegatura para la Propiedad Industrial fue acertada, pues si bien el signo Cámara Certifica se encuentra formado por términos genéricos o descriptivos, su conjunto marcario resulta apto para identificar los servicios que pretende proteger, pues su distintividad está dada por la combinación novedosa de tales elementos”.
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