La renuncia del director y subdirector del Dane por diferencias con el presidente Santos vuelve a llamar a la reflexión de lo que está pasando y de la doble moral con que la política colombiana enfrenta las distintas situaciones.
En Colombia fácilmente se pasa de congelar un asunto como el Censo Nacional Agropecuario a descongelarlo a la luz, o mejor al calor, del último paro agrícola, para finalmente utilizarlo, quizás, como herramienta electoral, aduciendo su urgencia. Una urgencia, que a la luz publica, parece no ser tal en la mesa de negociaciones de La Habana cuando ya se piensa en congelar de forma temporal los diálogos, eso sí, por una posible y negativa interferencia en las futuras elecciones.
Nadie discute la urgencia con que el desarrollo rural de Colombia ha necesitado por años un sistema de información sobre el sector agropecuario con el fin de entender su realidad y evaluar su dinámica a la luz de los muchos programas encaminados en las últimas décadas a mejorarlo. Si se quiere aprovechar la coyuntura de La Habana, es necesario hacer valer esta coyuntura para impulsar un desarrollo incluyente del campesinado y de los grandes terratenientes, y de unos actores del conflicto que querámoslo o no han estado participando por muchas décadas de su (sub) desarrollo.
Entonces, la urgencia es justificada. Sin embargo, ésta no puede pasar por encima de criterios técnicos indispensables para que la información recogida sirva para lo que se quiere. Todo lo contrario, su urgencia amerita un rigor científico que ayude al desarrollo del sector agropecuario.
Pero volvamos a las renuncias de las semanas pasadas. ¿Qué nos dice su letra menuda? Se aduce que no es beneficioso hacer un censo en época de elecciones. Pero ¿Cómo podría interferir un censo en época electoral? La carta del director saliente del Dane no menciona los mecanismos que harían posible esta injerencia mientras que la del Presidente asume que no hay tal. Y lo asume exponiendo argumentos obvios y generales como que el Dane es una institución seria y muy técnica. Obviamente, nadie discute esto (aunque basta recordar los problemas de compatibilidad metodológica de algunas encuestas en el pasado para que esto genere debate), pero la falta de información clara sobre el cómo se hará este Censo hace suponer que dicha interferencia podría existir.
¿Cómo? Aquí es donde el argumento utilizado por el subdirector saliente del Dane nos puede ayudar. Él explica que su renuncia se debe a aspectos técnicos. Es decir, que debe haber una relación entre las elecciones y los aspectos técnicos del Censo. Por ejemplo, es muy posible que la realización del censo en un plazo menor a seis meses implique un cambio metodológico en la implementación del mismo que haga perder su criterio científico. O quizás el hecho que el Presidente esté buscando su reelección implique la necesidad de información oportuna para uso con fines electorales. Y esta información oportuna de algunos aspectos estratégicos en época electoral puede que genere efectos en el censo que vayan en contravía de su nivel científico.
Ahora bien, el problema no es solo de injerencia política en aspectos técnicos por el hecho de interferir en la forma de recolección de los datos sino que también hay aspectos psicológicos de quien responde que hay que tomar en cuenta.
Por ejemplo, dado que las nuevas elecciones deben fijar un nuevo plan de desarrollo para el campo colombiano es muy posible que las respuestas que se den en el Censo estén comprometidas o sesgadas por las expectativas que tengan quienes lo responden. Si quiero que el nuevo plan de desarrollo me tenga en cuenta (con plata por supuesto) entre más miserable y pobre me muestre hoy mayores posibilidades tendré de que eso pase, por ejemplo.
Cualquiera que sean las razones por las cuales se de la interferencia política en aspectos técnicos del Censo esto nos hace pensar que ante la clara necesidad científica y política para tenerlo muchas veces se suele terminar en una manipulación técnica a la luz de dichos fines políticos. Esa es la gran diferencia entre el subdesarrollo y el desarrollo, mejor dicho, es la realidad de un país en desarrollo, para ponerlo de forma más optimista.
Todos quienes quieran y puedan sacar provecho de la institucionalidad lo tratarán de hacer y más aún cuando el gobierno de turno puede ser reelegido. Las agendas de todos los grupos de interés alrededor del desarrollo rural colombiano estarán ocupadas por estos meses viendo a ver cómo sacar este provecho sabiendo que habrá una cantidad importante de personas recolectando información finca por finca a lo largo y ancho del país.
Al final los dolientes seguiremos siendo todos pues terminaremos teniendo más información pero mala información que al final nos dejará con más preguntas que respuestas y con la expectativa que un próximo censo pueda suplir muchos de los problemas que surgieron del que viene.
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