Los deportistas colombianos son mendicantes. Varias son las estrellas de esta tierra que ganaron sin el apoyo del estado. Figuras como Pambelé, Juan Pablo Montoya o Catherine Ibargüen tuvieron que salir del país a buscar fortuna en otros lados. Venezuela, Puerto Rico o Inglaterra los recibieron y fue allí donde mejoraron y empezaron a ganar.
El Sistema Nacional del Deporte no está hecho para apoyar a los deportistas. Es más, los deportistas no pertenecen a éste. En Colombia el deporte, desde el punto de vista legal, está diseñado para mantener y perpetuar dirigentes, nunca para desarrollar el deporte. Dirigentes hay buenos, regulares y muy malos, el problema es que estos últimos tienen herramientas para vivir de lo que el ministerio del deporte aporta sin mayores problemas y sin sufrir la persecución de las entidades de control.
Mirar un poco las federaciones nacionales de muchos deportes implica descubrir dirigentes que llegaron a sitios insospechados porque el hijo o el sobrino practicaban tal deporte. Se dieron cuenta que llegar no era tan difícil y se quedaron atornillados por décadas, directamente o por interpuesta persona. Presidentes de federaciones donde se inventan puestos para cobrar sin abandonar sus oficios habituales o que organizan torneos para enriquecimiento personal.
¿Y los deportistas? Ellos no interesan para estos dirigentes pues no votan. La plata que reciben del ministerio se destina en parte a quien entrena y trata de ganar; no mucha. El resto se va en pagar dirigentes de ligas apartadas que en cada asamblea general votarán por el presidente actual o por quien este señale. He sabido de casos donde se baja de la delegación a un técnico, un médico o un deportista para subir a un dirigente que viaja y luego vota por quien lo invitó a viajar.
El ministerio del deporte es un gran galpón de burocracia que, a punta de papeles, formularios, circulares no hace nada, pero lo hace muy bien. No inspecciona, ni vigila ni mucho menos controla. Tal vez la entidad que más sirve para promocionar políticas alejadas del deporte es este ministerio. Se buscan jefes del ministerio que tengan determinadas características sin importar si conocen el deporte. Antiguos deportistas triunfadores, personas con discapacidad o algún representante de un colectivo de moda son los candidatos ideales para no hacer nada. Si algo saben del deporte puede ser interesante pero no es un factor decisorio. Basta que el gobernante de turno diga que en el deporte se apoya a las minorías.
Este gobierno ha sido especialmente indolente con nuestros atletas. Lo único que dijo el gran líder sobre el deporte es que él se parece a Falcao (¡háganme el favor!). Se supone que el dinero que reparte el ministerio es para los deportistas, estos se han cansado de mendigar ayudas que no llegan. Hacer deporte y conseguir triunfos en el ámbito internacional es costoso, requiere tiempo, dedicación y dinero. Desafortunadamente sin este último el tiempo y la dedicación desaparecen. Ni siquiera en estos momentos donde empiezan las campañas políticas el gobierno mira a los deportistas que ruegan por un dinero que por ley les corresponde.
Las perspectivas deportivas para los próximos años son entre malas y más que malas. Deportistas hay, escenarios funcionan; técnicos, médicos, preparadores también. Hay ausencia de estado que solo se acuerda de los gimnastas, levantadores de pesas o judokas cuando ganan y el ministro de turno o la persona a la que este le cedió su lugar y su acreditación en los olímpicos se toma la foto.
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