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lunes, 29 de octubre de 2018

El fútbol colombiano atraviesa por un mal momento, a pesar de tener excelentes jugadores que siguen emigrando a los mejores clubes europeos, que muchos técnicos colombianos dirigen de manera exitosa selecciones nacionales de otros países y son buscados fervientemente por varias federaciones, el fútbol colombiano languidece.

No estoy hablando de intentar siquiera compararnos con el europeo, la brecha económica es imposible de superar; un equipo medio español recibe por televisión más dinero en un año que todo el fútbol local y este equipo, a su vez recibe muchísimo menos que un equipo de la parte baja de la tabla de la primera división inglesa.

Creo que el diseño del campeonato y la estructura de ingresos de los clubes, sobre todos de los chicos hacen poco atractivo, para la mayoría de clubes, intentar mejorar su desempeño.

En estos momentos varios clubes de la primera B luchan por no ganar la categoría, si, por no subir a la primera A. Lo que en cualquier otro campeonato resultaría absurdo puede ser la norma en Colombia, es más, muchos de los equipos que están en primera A no ven con espanto descender a la B y no hacen mucho para evitar esto que en el resto del fútbol sería una tragedia. La razón es sencilla, se pierde más en primera A que en primera B.

La estructura de reparto de los derechos de televisión, el motor más potente del fútbol, le entrega a todos los equipos más o menos las mismas cantidades, de manera que no es atractivo gastar más y seguir recibiendo lo mismo, adicionalmente no está el peligro de perder dicho ingreso pues no hay descenso de la primera B. De manera que en estos momentos muchos equipos no están pensando en clasificar, en ganar o en subir a la A, de pronto están desmejorando las condiciones de trabajo de varias de sus plantillas para no ganar.

Un campeonato tan corto como el colombiano, de apenas cuatro meses en los que muchos de los equipos no llegan a las finales tampoco ayuda a mejorar el fútbol, contratos de trabajo cortos, que no se renuevan impide estabilizar una plantilla que semestre a semestre debe volver a empezar.

También están los técnicos nómadas que dirigen unos pocos partidos, son despedidos y quedan a la espera de un llamado de otro club. No daré los nombres pero son fácilmente identificables, en Colombia hay un técnico que ha dirigido diecisiete veces a once equipos diferentes y apenas con uno ha ganado un título, que es valorado por sus métodos severos para corregir a los “jugadores vagos” y que dura menos de seis meses en la mayoría de los equipos que dirige, éste es considerado un técnico excelente por la crítica y la mayoría de los fanáticos lo quisieran para su club; otro también bastante conocido ha dirigido ocho veces al mismo equipo y apenas ha logrado ganar un torneo. Resulta especial que un país que generalmente hay más de un técnico dirigiendo selecciones mundialistas (Rueda, Gómez, Osorio) siga creyendo en estos perdedores. Al final poco importa ganar.

Finalmente, los estadios del estado no ayudan a hacer un buen espectáculo, nada ha cambiado desde hace mucho tiempo, son escenarios incómodos que no ofrece nada al espectador que espera no solo ver fútbol sino disfrutar de tres horas de diversión con los inconvenientes de tener energúmenos que consideran que saltar y berrear como enloquecidos es la mejor forma de ver fútbol. Hay de donde mejorar, lo que no tengo claro es si existe la voluntad para hacerlo.