Kapital Grupo Financiero, acaba de cerrar una ronda de inversión que la catapultó al estatus de ‘unicornio’, con una valoración de 1.300 millones de dólares. Lo interesante no es solo la cifra, sino el motor detrás de su éxito: una plataforma financiera impulsada por inteligencia artificial. Este caso no es una anécdota aislada. Es una prueba tangible de que estamos en un punto de inflexión. La IA no es una promesa futura; es una fuerza que ya está creando ganadores y perdedores. Y aquí, en Colombia, nos encontramos en una encrucijada crítica: podemos ser la cuna de los próximos unicornios financieros o podemos quedarnos paralizados por una regulación que no avanza al mismo ritmo que la tecnología.
Como se mencionaba Felipe Bayón, CEO de GeoPark recientemente en el foro “Líderes y empresas que construyen país 2025” de El Tiempo “No nos va a reemplazar la IA, sino quienes tengan la capacidad de sacarle el mejor provecho”. Esa frase debería estar enmarcada en la oficina de cada gerente del país, porque el desafío no es tecnológico, es cultural y de liderazgo. Una encuesta de la ANDI reveló que el 64% de los empresarios colombianos no tienen protocolos para el uso de IA, pero adoptar IA no es simplemente comprar una licencia de ChatGPT para el equipo de marketing. Se trata de rediseñar procesos, de asegurar la calidad y privacidad de los datos, y de entender que el éxito no depende del algoritmo, sino del liderazgo. Es una revolución cultural que exige que los líderes dejen de ver la IA como un juguete brillante y la entiendan como el nuevo motor de la productividad y la competitividad.
Mientras celebramos el potencial de la IA para optimizar las finanzas, nos enfrentamos a un sistema regulatorio, especialmente el tributario, que parece anclado en el pasado. Recientemente, el Ministro de Hacienda abrió la puerta a una nueva reforma, con el objetivo de atacar un gasto tributario que le cuesta al país $135 billones de pesos anuales. Según las últimas conversaciones, el foco está en revisar exenciones y beneficios. Mientras el gobierno busca tapar huecos fiscales con medidas sobre licores o gasolina, una nueva economía digital está emergiendo a una velocidad vertiginosa. Si no creamos un marco tributario claro, moderno y que incentive la innovación, corremos el riesgo de ahogar a los futuros "Kapital" colombianos antes de que siquiera aprendan a nadar. La incertidumbre regulatoria es el mayor veneno para la inversión.
Entonces, ¿qué hacemos? La respuesta no está en esperar una ley mágica del Congreso. La transformación empieza dentro de cada organización, con un liderazgo valiente y pragmático. Para los gerentes generales su rol es ser el arquitecto de la nueva cultura. Impulsa la experimentación, permita el error y comunique una visión clara de cómo la IA potenciará el talento humano, no lo reemplazará y para los gerentes jurídicos, y los abogados en general, Nuestro papel es más estratégico que nunca. Debemos ser el puente entre la innovación y el cumplimiento. Tenemos que anticiparnos, entender cómo operan estas tecnologías y asesorar al negocio no solo sobre la ley actual, sino sobre la que podría venir. Debemos dejar de ser un freno para convertirnos en un habilitador estratégico.
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