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OPINIÓN

No hay que confiarse

09 de junio de 2014

Canal de noticias de Asuntos Legales

Esta importante figura nació a la vida jurídica por cuenta de la ley 434 de 1998, ley que contiene serios vacíos y deja una gama gigante de manipulación a quienes quieren mantener una ronda de conversaciones indefinida, y sin serios resultados; por ejemplo debemos advertir que esta ley en su artículo 4, el cual habla de la composición, en su literal “a)” habla que tratándose de asuntos militares el Presidente, léase bien: “podrá invitar a miembros de la fuerza pública”, tal indicación legal solo deja abierta una potestad que como todos sabemos no va ocurrir, sencillamente porque el tema si tiene mucho que ver con lo militar.

Y es claro que con las actuales condiciones en La Habana o de los actuales diálogos, la transparencia ha brillado por su ausencia, hoy poco a poco podemos indicar que “vamos encontrando las llaves”, como aduce el viejo y popular adagio; pues nos llevan “entreteniendo” más de dos años con los diálogos en La Habana cuando al parecer el tema “gordo” se prepara en Colombia y en Venezuela; sencillamente obsceno, no es posible que se hable de diálogos y las Farc sigan entrando material bélico por las fronteras de Ecuador como recientemente lo denuncia un general del vecino país.

Lo más aberrante de todo esto es que en cuanto al numeral que detalla la composición del consejo nacional de paz, en el literal “d)” que menciona la participación de la sociedad civil da de manera clara 24 cupos para miembros de diferentes organizaciones sociales, lo preocupante en este punto es que el parágrafo primero de ese literal, posibilita el inicio de sesiones del Consejo Nacional de Paz, con las dos terceras partes de sus miembros es decir con tal solo 16 miembros, ya sabemos de vieja data quienes controlan la mayoría de asociaciones de campesinos e indígenas que para lo propio son sociedad civil.   

Todo lo que llega al Consejo Nacional de Paz, de manera clara debe pasar por los consejo territoriales de paz, que como bien lo ha expresado el alto comisionado de paz, Sergio Jaramillo, ellos buscan hacer la paz desde las regiones. ¿Entonces promover una paz desde las regiones sin entregar las armas? Si esto es así que hasta ahora logramos evidenciar, sería un grave riesgo y amenaza para una verdadera paz, estable y duradera pues con armas deambulando es muy fácil influenciar bajo presiones a asociaciones campesinas y de agricultores, para que expongan intereses de fuerzas oscuras, es un riesgo latente y nada se ha hecho para evitarlo.

Si el marco legal para construir una paz desde lo territorial, como indica Jaramillo, es la ley 434 del 98, hay que advertir que este medio legal se queda muy corto para interpretar lo que sucede en las regiones donde aún las Farc, y otras organizaciones terroristas siguen infundiendo temor y presión sobre gran cantidad de ciudadanos, no solo advertir de lo anacrónica e inconveniente que es la adopción de esta ley, pues si bien como lo mencionan los cabecillas de las Farc, que las paz que no se ha logrado en 50 años no se logra en 50 meses; tampoco se llegara a la paz por medio de un consejo nacional de paz atiborrado de organizaciones pro Farc y marcha patriótica, y menos aún con una ley amañada con escasos 19 artículos.

Corolario: La importancia del consejo nacional de paz radica en sus funciones, que contemplan asesorar al gobierno en la agenda de paz, elaborar propuestas al gobierno, disminución de la intensidad o el cese de las hostilidades, dar mecanismos de participación a la sociedad civil, y dialogo con otros grupos guerrilleros.

Posdata. Así las encuestas nos favorezcan, igual de cautela debemos tener como con los asuntos de la paz, para garantizar una paz verdadera y duradera debemos trabajar más, y convencer a quienes aún están indecisos para tener una Colombia distinta.

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