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OPINIÓN

Sobre el bajo recaudo tributario, las reformas y la reactivación

22 de enero de 2025

Jaime Vargas

Socio de Impuestos de Cuatrecasas
Canal de noticias de Asuntos Legales

El recaudo tributario cayó 4,3% en 2024. Se ha dicho que la caída se originó en que los impuestos de 2024 se recaudaron en 2023, vía anticipos, pero sin lugar a duda la caída se originó, en gran parte, en la desaceleración económica.

No puede pensarse que una economía que crece 2% pueda mantener ni incrementar la recaudación, y más si los sectores que más contribuyen decrecen o crecen marginalmente. Industria, minas y petróleos, y comercio tuvieron un crecimiento de -1,3%, -7,1% y 1% en 2024[1], respectivamente. Y el crecimiento que tendremos en 2025 (alrededor del 2,5%), debería generar un mejor recaudo, pero aún insuficiente frente al déficit fiscal.

No es claro si el gobierno intentará pasar una reforma tributaria este año. Las modificaciones al impuesto de renta solamente entrarían a regir en 2026 y no incrementarían el recaudo de 2025; tendría el gobierno que buscar el nuevo recaudo en el IVA o en impuestos de causación instantánea. Pero no parece razonable intentar reformas recaudatorias en épocas de poco crecimiento. Mejor pensar en reformas que incentiven la inversión, promuevan la formalización y apalanquen el crecimiento económico del país.

Jean-Baptiste Colbert, ministro de Luis XVI señaló: “El arte de la tributación consiste en desplumar al ganso de tal manera que se obtenga la mayor cantidad posible de plumas con la menor cantidad posible de graznidos”. Así: (i) es importante que los contribuyentes no sientan la carga tributaria exagerada y (ii), es fundamental que la carga tributaria no incida negativamente en sus decisiones de inversión y consumo.

Las tarifas altas, en el mediano plazo, disminuyen el recaudo, al desincentivar la inversión e incentivar la informalidad y la evasión; además, la propensión al incumplimiento crece cuando la percepción del riesgo es baja.

En ‘La Investigación de la Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones’, Adam Smith señaló: “Los impuestos altos, a veces al disminuir el consumo de los productos gravados y a veces al fomentar el contrabando, frecuentemente proporcionan un menor ingreso al gobierno del que podría obtenerse”. Laffer, por su parte, señala que hay un punto en que las tasas impositivas generan un nivel máximo de recaudación; tasas inferiores no generan suficientes ingresos, y tasas superiores afectan negativamente la producción, el trabajo, el consumo o la inversión, disminuyendo el recaudo.

El bajo recaudo no se solucionará, o se solucionará perversamente, con tarifas altas y nuevos impuestos. En épocas de desaceleración una reforma debería: (i) ampliar la base de contribuyentes del impuesto de renta – más que perseguir recaudación adicional esto permitiría mejorar la fiscalización y crear cultura tributaria-; (ii) ampliar la base de bienes y servicios sometidos a IVA – generando un mecanismo eficiente de devolución de IVA a personas de menores ingresos; (iii) regresar a 30% la tarifa de impuesto de renta de las personas jurídicas, necesitamos inversión importante si queremos crecer por encima del 3% y nadie quiere invertir en negocios no rentables; y (iv) combatir la informalidad y la evasión, que ya llega a COP 100 billones.

No es una tarea fácil, pero es ya impostergable y dejará frutos para futuras administraciones. Pero posiblemente una reforma así no vaya a pasar. Llevamos muchos años esperándola, y no ha pasado.

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