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lunes, 31 de octubre de 2016

En el Reino Unido, los países de Europa continental y Estados Unidos, tras muchos años de maduración de las políticas de cumplimiento, la pregunta ya no es si es útil emprender este tipo de políticas de prevención (lo cual se da por sentado), sino cómo ser más eficaces y asegurar el resultado esperado de crear mejores hábitos internos en las áreas más relevantes. Las evaluaciones han demostrado que muchas empresas implementan programas de cumplimiento de norma decorativos (window dressing), en ocasiones sólo por ganarse el mérito formal de haberlo realizado y no porque realmente tengan interés en promover mejoras sustanciales en su comportamiento empresarial con impactos reales en la reducción del riesgo de incumplimiento de las normas. 

Cualquiera sea el ámbito normativo del que se esté hablando, es de suponerse que cuando un cuerpo normativo cataloga ciertas acciones u omisiones como infracciones y las sanciona, es porque desea desincentivar ese tipo de prácticas y en ese sentido la sanción opera como un elemento disuasorio. Sin embargo, dicho efecto disuasorio y la capacidad investigativa del Estado siempre son limitados e insuficientes para detener la totalidad de las conductas indeseadas, razón por la cual cada vez se le da mayor importancia a la política de compliance como una estrategia complementaria muy relevante para lograr los fines del respectivo campo del derecho de que se trate. En ese orden, el fortalecimiento de la cultura del compliance ya no es visto sólo como una práctica que sirve a los intereses de cada empresa, sino como una estrategia del más elevado interés gubernamental para aumentar el grado de eficacia de ciertos ámbitos normativos.

Por esa razón, algunas autoridades de libre competencia han decidido romper la neutralidad estatal y reducir las penas de los empresarios infractores cuando para la época de la infracción contaban con programas de cumplimiento al interior de sus empresas, siempre que demuestren que dichos programas fueron implementados a conciencia y con el deseo real de generar mejores prácticas empresariales. 

Un buen programa de cumplimiento en materia de competencia (o en otros ramos normativos) sirve para aumentar el conocimiento de los empleados clave de la organización sobre las conductas prohibidas y, en consecuencia, para disminuir la probabilidad de que se incurra en dichas conductas. Igualmente, sirve para facilitar la comprensión de las normas y para aumentar las probabilidades de delación en caso de una infracción. 

En últimas, un buen programa de cumplimiento de norma le sirve a cada empresario no solamente como una herramienta para reducir el riesgo de incurrir en una infracción normativa que le puede acarrear sanciones o problemas reputaciones, sino también para saber cómo manejar la situación en caso de que se presente una infracción por parte de alguno de sus empleados.