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lunes, 29 de octubre de 2018

En mi criterio, es urgente que el país ponga en marcha un proyecto de gran dimensión para aprovechar las bondades de la inteligencia artificial (IA) y el Big Data. Como lo referíamos en una columna reciente, la utilización de sistemas tecnológicos capaces de gestionarse por sí mismos y que van aprendiendo en la medida que procesan información, conllevaría enormes avances en dos frentes fundamentales: (i) en la planeación, diseño y ejecución de políticas públicas y, (ii) en la mejora de la productividad de las empresas, lo que favorecerá la competitividad general del país. Ambos frentes redundan en beneficio del consumidor o usuario final, quien verá precios más bajos y un producto o servicio de mejor calidad y/o más acorde con sus necesidades específicas.

Como lo desarrolla la revista Harvard Deusto Business Review (edición 274, Luis Vives), en el sector asegurador, por ejemplo, el impacto de la IA puede ser gigantesco, pues la recogida e integración de la información pública que está en la web sobre los asegurados actuales o potenciales, sumada a la información de las redes sociales de cada individuo, previa su autorización, va a facilitar el diseño de pólizas de seguro a la medida, lo que conlleva una reducción del monto de la prima y un aumento de la satisfacción del cliente. Incluso, la información de los relojes y pulseras inteligentes sobre la actividad física y los indicadores de salud de sus usuarios puede integrarse a plataformas inteligentes para confeccionar seguros de vida y de salud adaptados a la situación de cada persona.

En el sector financiero, la Inteligencia Aritificial va a mejorar la capacidad de pronosticar los mercados y aumentar la rentabilidad de los fondos de inversión, a través de programas capaces de leer miles de artículos especializados cada día y tomar decisiones más acertadas en tiempo real.

Son múltiples las posibles aplicaciones de la IA a otros sectores como la agricultura, la salud, el transporte y, en esto no habrá techo ni frontera, diferente a la capacidad de innovar de empresarios y gobernantes.

Para el adecuado aprovechamiento de las bondades de la IA, se necesita acción conjunta y coordinada entre los sectores público y privado. Ninguno de los dos lados puede hacer algo importante por sí solo. Para empezar deberíamos hacer lo mismo que se ha hecho en España como es la conformación de una comisión de expertos que presente lo que allá se denominó un libro blanco, que no es otra cosa que un documento que contiene recomendaciones al Gobierno, teniendo en cuenta la arquitectura de los sistemas de información del país y el marco jurídico y regulatorio que rige el manejo de información contenida en bancos de datos.

En Colombia, a primera vista, existen muchas barreras y retos, tanto en lo jurídico como en lo operacional. Para conseguir sistemas de IA robustos, se requiere de la capacidad de operar grandes cantidades de texto e imágenes, lo que implica lograr que las bases de datos de las entidades públicas se hagan interoperables y que la regulación permita la gestión transversal de todos los datos públicos del sector público, con una visión de futuro. A su vez, hay que trabajar para que dicha información se pueda gestionar en conjunto con otra información pública que reposa en bases de datos del sector privado.