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  • Andrés Ramón Rodríguez Gómez

jueves, 22 de febrero de 2024

Hacia el final del tercer trimestre del 2021, Colombia anunciaba con gran expectativa su ruta de hidrógeno, la cual establecía la guía para la producción por los próximos 30 años. A la fecha, sin perjuicio de que el panorama parezca no avanzar en términos materiales, múltiples agentes continúan invocando la necesidad de celebrar bien sea, un memorando de entendimiento (“MoU” o “MdE”); o, inclusive un joint venture (“JV”) asociado a hidrógeno. Con ello en mente y ante el inminente arribo de lo que parecería ser un momento catalítico, no sobra preguntarse ¿cuáles son los principales riesgos asociados al desarrollo de un proyecto de hidrógeno?

Este tipo de proyectos componen una apuesta importante, porque existe una serie de circunstancias que además terminan por concatenarse. Esto es, son emprendimientos que: (1) usan nuevas tecnologías, no necesariamente probadas; (2) no tienen claro per se el valor de sus insumos (e.g. energía “verde”); (3) requieren para su transporte, distribución, y comercialización de la adecuación de infraestructura preexistente, o, inclusive de infraestructura nueva, la cual tampoco ha sido necesariamente ya probada; y (4) no hay suficiente demanda de hidrógeno actualmente, pues ésta no ha terminado por adecuarse.

Relacionado con estos cuatro factores que suponen los riesgos inherentes a una industria incipiente, los potenciales participantes del mercado incrementan su incertidumbre, al verificar que (1) sus apalancadores, tienen las mismas dudas, lo cual dificulta el financiamiento; (2) sus potenciales clientes, tienen problemas para identificar si los precios ofrecidos serán ulteriormente competitivos; y (3) no es claro cuál será el government take ni cómo será la regulación ni el acceso efectivo a cualquier incentivo que el gobierno disponga.

Considerando lo anterior, se hace necesario considerar por lo menos dos sugerencias básicas:

1. En la medida de lo posible, se deben encontrar aliados de diferente propósito: Tratándose de tecnología nueva, será clave encontrar en la medida de lo posible aliados estratégicos que la suministren y la soporten. Igualmente, será clave aliarse con off-takers o entidades que puedan encontrarlos; y, para el caso del hidrógeno verde se deben buscar oportunidades de sinergias con compañías que conozcan y puedan suministrar energía “verde”. Esto, ayudará a distribuir el riesgo, además de traer un know how técnico y legal que permita mitigar los anteriores riesgos sobre la mesa.

2. Determine con sentido de estrategia y tiempo su necesidad legal: No es lo mismo un memorando de entendimiento que un JV ni siempre se hace necesario contar con los dos. En consideración al tiempo, la necesidad de resultados y los documentos pertinentes para evidenciarlos: muchos clientes plantean esta pregunta. Sin embargo, sin perjuicio de considerar y poner de presente las diferencias entre lo que usualmente se le conoce como mera tratativa y el contrato, la respuesta ulteriormente no será legal y siempre estará atada a la estrategia y metas de la compañía. En “plata blanca”: la respuesta será determinada por lo que la alta gerencia requiera. Dependiendo del avance de las negociaciones, un memorando de entendimiento con algunas disposiciones vinculantes, fases y tareas bien identificadas —o por lo menos identificables—, inclusive podrá ser más provechoso que un JV. Esto, por el simple hecho de que se podrá estar discutiendo verdaderos acuerdos comerciales, sin los detalles legales.

*Andrés Ramón Rodríguez Gómez, Senior Associate, Energy, Chemical, Mining & Infrastructure Group

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