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  • Gabriel Mesa

martes, 17 de diciembre de 2019

Somos millones los que no estamos con el paro tumba-gobierno. Por lo fácil que resulta vernos pasamos desapercibidos a la atención de los medios de comunicación -con contadas excepciones, generalmente atentos a destacar lo delincuencial, lo deplorable-; porque somos millones los que seguimos cumpliendo con nuestros deberes laborales, académicos, artísticos, deportivos, hogareños, sociales, comunitarios, comerciales, religiosos.

¿Por qué marchan las personas?

Lo hacemos cada día asumiendo y respetando los compromisos, jugando con seriedad, con honestidad -sí, Colombia es también tierra de gente honesta, comprometida, responsable-, moviendo el país y haciendo esfuerzos por mejorar cada día la situación.

No se engañen señores de la izquierda. Los que marchamos diariamente por el país somos millones y lo hacemos en paz y con responsabilidad. Que tampoco se engañe el gobierno, que no piense que es necesario que bloqueemos las vías y destruyamos la infraestructura para mostrarnos; nuestra movilización es diaria: a poner el pecho, a trabajar, a estudiar, a generar bienestar. No se piense que por el hecho de no acudir a los mismos caminos de la izquierda no existimos, pensamos, votamos y compartimos en las redes sociales; y menos aun que aceptaremos que este país se convierta en un estado más del vecino feudo de Maduro.

Tampoco nos engañemos nosotros, que marchamos día a día en cicla, en patineta, a pie, en el sufrido Sitp de Bogotá, en TM, en el ordenado y confortable Metro de Medellín, o en carro. No vamos a permitir tener que salir como perros de nuestro propio país a recorrer lastimeramente las calles de Lima o Quito esperando que nos tiren una moneda; no vamos a regalar el futuro de nuestros hijos ni de nuestros padres a un grupo de salvajes cuya mejor muestra de políticas públicas ha sido despedazar las estaciones de Transmilenio y, por si eso fuera poco, exigir del gobierno desmontar el Esmad.

¿Cómo visibilizar estas protestas sociales?

Todos, gobierno, medios e izquierda, tienen que visibilizarnos y leernos; tenernos en cuenta pues a pesar de ser silenciosa nuestra marcha diaria, somos un grito más sonoro que cualquier cantidad de papas bombas lanzadas por la turba salvaje que instrumentaliza una guerra de guerrillas política en las ciudades. Los que marchamos diariamente también tenemos anhelos, deseos de prosperidad, queremos mejorar económicamente, contar con una pensión y gozar de seguridad en nuestras calles, en el transporte público, en los parques; contar con un Estado que no tenga por fin perpetuarse a sí mismo en una inútil burocracia, sino en funcionarios que piensen y obren el bien común. Y tanto la izquierda como el gobierno deben entender que nuestra marcha diaria también tiene ese propósito. Que nadie se equivoque en la lectura que hagan de nosotros.

Presidente: usted toma decisiones a nombre de la mayoría, no de la minoría aunque esta se siente en el Palacio de Nariño como si llevaran nuestra vocería. Y la mayoría no le permitimos tomar decisiones que pongan en riesgo la vigencia de la Constitución, el modelo político, económico y social de ésta y, mucho menos, rupturas institucionales orientadas a integrar asambleas constituyentes que formen gobierno de transición.

No se trata de pensar con el miedo; pero el problema es el miedo irracional; y no hay nada de irracional en tener presente y dimensionar las intenciones políticas de quienes están manipulando este fenómeno del “paro” y a dónde quieren llegar; tampoco es irracional rechazar la influencia que Maduro pretende ejercer en la suerte de nuestro país.

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