Martín Gustavo Ibarra, Socio de Araújo Ibarra Consultores Internacionales

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  • Martín Gustavo Ibarra

sábado, 2 de julio de 2022

Desde la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC), la mayor fuente de crecimiento, y sobre todo de empleo, es el comercio internacional, el cual participa hoy con 60% del PIB mundial.

Países como China, México y Vietnam tienen tasas de desempleo de 4% los dos primeros y 2% en el caso de Vietnam, alrededor de las exportaciones que hoy realizan.

Por el contrario, en el caso de China en 1983 la atracción de inversión y las exportaciones promovidas directamente por Den Xiao Ping, basado en sus zonas económicas especiales, generaron 40 millones de nuevos puestos de trabajo e incrustaron a China en el mundo, convirtiéndolo en el primer exportador del planeta.

México tiene sus zonas francas de frontera (norte y sur) con una tarifa corporativa de 20% y Vietnam tiene más de 150 zonas francas, recibiendo a dos manos proyectos que están saliendo de China.

El país ha reducido su participación en los 30 años de apertura económica de 60% a 27% del per cápita exportador mundial, pero lo que es más grave es que la mitad de los US$785.000 millones que ha exportado Colombia en este período está representada en petróleo (35,2%) y carbón (12%).

La pregunta del millón es:

¿Cómo sustituir en el muy corto plazo esas exportaciones minero energéticas de las cuales vive el país? ¿Será por exportaciones agroindustriales?, ¿o manufacturas?, ¿o servicios?, ¿o comercio electrónico transfronterizo? ¿Qué deberemos hacer para ello?

De acuerdo con BID, vienen para América Latina US$78.000 millones de nuevas inversiones como consecuencia del nearshoring, de los cuales a Colombia le corresponderán US$2.500 millones (que deberían ser US$6.500 millones, si tenemos en cuenta nuestra participación en la población de América Latina) y paradójicamente son las costas de Colombia, Atlántica y Pacifica, que eligieron al presidente Petro, quienes deberían ser los motores de estas exportaciones.

Es claro que la costa Caribe no se va a desarrollar vendiéndole manufacturas a Bogota, ni la costa Pacífica produciendo artículos para Medellin, Manizales y Pereira.

Por eso es tan importante construir, a partir de las regiones, su estrategia exportadora y brindarle a estos empresarios, actuales o potenciales, los mecanismos de comercio exterior, su financiación y estrategias de promoción, para que puedan atraer esos proyectos que van a cambiar la historia internacional del país.

Mi experiencia de más de 40 años en promoción de inversión y exportaciones en múltiples países me ha enseñado que solo cuando la atracción de inversión extranjera se convierte en una política de Estado, y en una obsesión de su máximo líder y de su ministro de Comercio Exterior, funciona y para ello es indispensable la nivelación fiscal internacional en los nuevos sectores que el presidente Gustavo Petro pretende atraer al país.

En las exportaciones agroindustriales deberemos superar la propuesta del Perú, Costa Rica, Chile y Uruguay que exportan US$1.000 per cápita en agroindustria frente a los US$150 de Colombia.

Si pretendemos atraer nuevas anclas manufactureras, nuestro gran competidor será sin duda México, seguido por Costa Rica y República Dominicana.

Si deseamos atraer inversión para la minería del cobre, nuestros competidores son Chile y Perú.

Si queremos transformar el escenario del comercio internacional de Colombia, debemos promover las cadenas regionales de valor, en especial con los países de la Alianza del Pacífico con quienes ya tenemos un largo camino recorrido y sin duda lograr la acumulación de origen con los acuerdos comerciales que tiene Colombia con la región, incluyendo el de los Estados Unidos de América.

Sin duda el repensar para qué sirve Colombia en el mundo en la próxima década, es el gran reto del nuevo Gobierno porque solo en la captura de estas oportunidades internacionales estará la disminución del desempleo, el desarrollo y la paz del país.

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