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  • Expansión - Madrid

viernes, 29 de abril de 2022

Parte del valor de las empresas se centra en sus bienes intangibles. Diseños y derechos de autor pueden servir como aval para pedir créditos

Las compañías y los creadores generan infinidad de intangibles. Activos de propiedad industrial como las patentes, las marcas registradas, los diseños, los secretos empresariales o hasta los derechos de autor pueden servir para generar una fuente alternativa de ingresos o para lograr una ventaja competitiva.

Los inventos pueden servir para buscar financiación o como aval para algún tipo de crédito. En cuanto a la propiedad intelectual, existen ejemplos de titulización, como el de David Bowie, que fue uno de los pioneros al emitir bonos contra los derechos de autor de algunos de sus temas o los autores Nickolas Ashford y Valerie Simpson, que levantaron 22 millones de eurospor esta misma vía.

Dulce Mª Miranda, socia responsable del área de derecho digital de Deloitte Legal, explica que la mejor manera para monetizar este tipo de activos exige una buena estrategia: "Analizar el potencial de los activos, las distintas alternativas posibles, el coste asociado a cada una de ellas, las ventajas e inconvenientes a la vista de las circunstancias concretas de cada caso, etcétera. Y, todo ello, sin perder de vista la estrategia global de la compañía", destaca la letrada.

¿Las compañías infrautilizan sus intangibles?

Los activos intangibles son esenciales para el crecimiento y la competitividad de las compañías. Generalmente su desarrollo responde al proceso normal de crecimiento de la actividad económica del negocio, pero no se puede olvidar que estos activos pueden generar ingresos por otras vías y, en este sentido, la cultura de monetizar los intangibles más allá del uso normal en la operativa diaria, no está suficientemente extendida.

¿Las firmas protegen los activos intangibles sin buscar su rentabilización?

Existe un cierto problema cultural. La transferencia de tecnología y de conocimiento no está bien incorporada dentro de la estrategia de las compañías. Quizá una excepción sean las startup, que miran a sus intangibles como un activo íntimamente ligado a sus opciones de obtener financiación. Pero, por lo general, está más extendida la cultura de proteger esos activos para la explotación por la propia compañía y para defenderse frente a terceros, que la cultura de analizar, desde una perspectiva estratégica, cómo sacarles el máximo partido. En este sentido, sí se puede afirmar que no siempre se obtiene toda la rentabilidad potencial de los intangibles.

¿Por qué las empresas deberían contar con esta monetización en su estrategia empresarial?

Los derechos de propiedad industrial e intelectual son activos de las empresas y, como tales, debería ser imperativo tratar de sacarles la máxima rentabilidad. Pero esto no se improvisa. Es necesario contar con una planificación estratégica y para ello se requiere, en primer lugar, tener un conocimiento exhaustivo de los intangibles con los que cuenta la entidad, conocer su titularidad jurídica y económica y su potencial de mercado. Solo de esta forma se pueden identificar oportunidades y generar retornos. Contar con un equipo que integre capacidades legales en materia de propiedad industrial, fiscales, de precios de transferencia, de valoración y de estrategia es fundamental para ello.

¿Cuáles son los intangibles que se rentabilizan con más facilidad?

Los activos ligados a la tecnología, tales como patentes o secreto empresarial tecnológico, resultan más monetizables por la vía del otorgamiento de una licencia o mediante la transmisión de su propiedad, algo que es más complicado para los signos distintivos, en la medida en que estos están íntimamente ligados a la imagen de la empresa. Sin embargo, también las marcas tienen un alto potencial y puede lograrse no sólo incrementar su rentabilidad sino, también dar mayor visibilidad a la marca.

¿Para qué fines se pueden utilizar los intangibles?

Una de las fórmulas de monetización es la utilización de estos activos como garantía para obtener financiación. Pero esta vía presenta algunos problemas y es que las entidades financieras no están siempre cómodas con utilizarlos como garantía. En general, resulta más sencillo ejecutar la garantía contra un activo tangible que contra un derecho de propiedad industrial o intelectual.

Frente a esto probablemente sean los inversores institucionales, tales como los fondos de capital riesgo y figuras análogas las que mejor entienden la inversión en propiedad industrial.

Junto a todo lo anterior, la confianza en la valoración de estos activos es, además, limitada y esto no ayuda. Sin duda existen procedimientos y métodos de valoración aceptados, pero es cierto que hay elementos, como el contexto o finalidad para el que se efectúa la valoración, las circunstancias del intangible, etcétera, que pueden impactar en el resultado. No hay dos intangibles iguales y esto no facilita su valoración.

Consejos para diseñar la estrategia empresarial de una 'startup'

Con frecuencia el valor de una startup reside principalmente en sus activos intangibles, de lo que se desprende la importancia de que sean protegidos de forma adecuada y esa protección también exige conocer y valor las opciones existentes y elegir la que más se adecue a las circunstancias concretas de la empresa y de su tecnología.

Una protección correcta servirá para evitar copias por terceros, pero también para conseguir inversores. Normalmente serán los fondos de capital riesgo los que inviertan en estas compañías en sus fases más tempranas, éstos suelen estar especializados sectores específicos lo que resulta crítico para invertir este tipo de compañías.

Además, de forma más reciente se han generado otras fórmulas de financiación para proyectos jóvenes, como es el caso del crowdfunding, que está experimentando un importante crecimiento.

Los 'bonos Bowie', un instrumento financiero diferente

En 1997, el polifacético, excéntrico y visionario cantante y compositor David Bowie presentó al mundo los 'Bowie Bonds' o bonos Bowie. Estos títulos a 10 años, por los que ingresó US$55 millones, aseguraban un rendimiento de 7,9% y estaban respaldados por los 25 álbumes que 'El Duque Blanco' había publicado antes de 1990, es decir, por sus propios derechos de autor. Según explicaba el folleto informativo original, los bonos tenían por objetivo garantizar un anticipo más alto que lo que arrojaría un nuevo acuerdo de distribución con la casa discográfica (EMI) y "recomprar los derechos de publicación de algunas canciones, vendidos a un antiguo representante (Tony DeFries, tenía parte de la propiedad intelectual de ciertas composiciones de Bowie), además de invertir en empresas de internet".

Cabe destacar que la aseguradora Prudential compró toda la serie de bonos y la mantuvo hasta su vencimiento. Según explican desde la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual los 'bonos Bowie' fueron los primeros de una serie de instrumentos financieros respaldados por las ganancias de los creadores y el ejemplo del intérprete británico fue seguido por James Brown, Marvin Gaye, Iron Maiden o Rod Stewart, entre muchos otros.

Estos bonos permiten a los artistas monetizar su obra de forma inmediata, generándoles liquidez anticipada para inversiones con las cuales diversificar sus carteras o realizar otras adquisiciones. Este tipo de titulización no es cosa del pasado, sino que aún se utiliza y mantiene en el sector creativo. A pesar del buen funcionamiento para el cantante, en 2004, la agencia de calificación Moody's aseguró tras la recesión en la industria musical que los 'bonos Bowie' se ubicaban sólo por encima de los denominados bonos basura... algo que no sorprendió al británico puesto que, ya en 2002, supo prever el declive en las ventas de discos, cuando aseguró a 'The New York Times' que la música se convertiría en algo como "el agua corriente o la electricidad".

Venta de derechos y los NFT: ¿cómo rentabilizar la música?

La pandemia de covid y los constantes cambios de la industria musical (los autores no están satisfechos con las ganancias que acumulan por escuchas en plataformas online) han provocado que los compositores busquen nuevas manera de sacarle partido y rentabilidad a sus canciones. El sistema más radical, pero que ha sido utilizado por estrellas como Bob Dylan, Neil Young, Sting, Bruce Springsteen o Shakira, está relacionado con la venta de los derechos del catálogo de sus temas a su sello editorial o a fondo de inversión a cambio de abultados cheques. En el caso del trovador de Minnesota, se calcula que la cifra obtenida rondaría los 250 millones de euros (no se conoce el dato exacto) por un archivo de más de 600 canciones entre las que se encuentran clásicos como 'Blowin 'In the Wind', 'The Times They are a-Chaning' o 'Like a Rolling Stone'.

El razonamiento detrás de esta operación es contar con liquidez. Pero los expertos también creen que muchos artistas que están llegando al final de su carrera podrían estar pensando en el reparto de su herencia y en facilitar el proceso al tratarse únicamente de activos líquidos, ayudando así la partición proporcional entre los futuros herederos. La otra herramienta que se está empezando a utilizar actualmente son los NFT o 'tokens' no fungibles, un producto que utiliza la tecnología 'blockchain' para certificar la propiedad de estos activos digitales, que pueden ser obras de arte, juegos, colecciones o canciones.

De hecho, los expertos afirman que los ingresos que se obtienen de la venta de composiciones musicales como NFT es bastante superior a lo que reciben los artistas de plataformas como Spotify. En pocas palabras, los artistas comercializan los derechos de sus creaciones de manera directa. Justamente, un informe de Saxo Bank predice que los servicios de 'streaming' como Apple Music, Amazon Music o Spotify podrían correr un serio peligro por la adopción masiva de los NFT por parte de la industria de la música.

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