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miércoles, 8 de julio de 2015

Los agricultores desde Argentina hasta México enfrentan incertidumbre y riesgo. Más al norte, en California, la sequía sin precedentes está provocando políticas igualmente sin precedentes para ahorrar agua.

El Papa tiene razón al exigir más a las empresas con el fin de salvar el medio ambiente, nosotros no tenemos todas las respuestas, pero somos parte de la solución. Como una empresa nacida en, y dependiente del campo, Yara comparte la preocupación del Papa Francisco y se une a su llamado de articular esfuerzos para hacer frente a los desafíos que la humanidad tiene que asumir con urgencia: cambio climático, seguridad alimentaria, agricultura sostenible en términos de medio ambiente y rentabilidad del agricultor.

Dentro de los retos monumentales que enfrenta la humanidad, uno es proporcionar alimentos suficientes para una población en crecimiento. Las Naciones Unidas estiman que se necesita crecer la producción de alimentos en al menos 40% para  2050 para alimentar a una población mundial que, estima, crecerá hasta los 9.000 millones de personas. El reto es lograr aumentos en la producción, expandiendo al mínimo la cantidad de tierra dedicada hoy en día a la agricultura, con el fin de salvar los bosques y otros hábitats que absorben emisiones y mantienen la biodiversidad. Adicionalmente, la producción agrícola debe reducir no solo la utilización de fuentes de agua en sus procesos sino también el impacto ambiental global de la actividad.

La buena noticia es que la humanidad ya tiene parte de la respuesta: Agricultura Climáticamente Inteligente, que supone tener la voluntad de adquirir conocimientos, capacidades y tecnologías para aplicarlas en el mundo agrícola, entendiendo las necesidades de los cultivos que se desean plantar, utilizando el agua suficiente y añadiendo los nutrientes en el momento adecuado para maximizar el rendimiento y minimizar el impacto ambiental.

Se estima que se puede alcanzar hasta 50% en las reducciones globales de emisiones de gases de efecto invernadero al hacer la agricultura más inteligente. En cultivos grandes y medianos ya se están adoptando estas técnicas y tecnologías con resultados sobresalientes. Sin embargo, hay que buscar nuevas formas de transferencia que permitan a millones de pequeños agricultores de América Latina ser tan “inteligentes” como los grandes agricultores. Allí está la verdadera apuesta: la transformación de los pequeños agricultores hacia granjas sostenibles que alimentan a comunidades enteras es la clave para alimentar al mundo y proporcionar la dignidad de las personas en el campo.

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