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lunes, 13 de julio de 2015

En 2010 el sector petrolero producía 760.000 barriles por día y le aportaba a los colombianos, entre impuestos, regalías y utilidades de Ecopetrol, un poco más de $10 billones. Cuatro años después la inversión en el sector se duplicó, la producción subió a un millón de barriles y los recursos generados superaron los $30 billones, recursos suficientes para construir casi 300.000 viviendas gratis o para financiar 60% del programa de autopistas de dobles calzadas que le van a cambiar la cara al país en materia de competitividad.

Desafortunadamente, los precios del petróleo, que habían estado tan estables, cayeron aceleradamente el año pasado. Ante este panorama las empresas, como cualquier familia o negocio al que se le caen sus ingresos a la mitad en seis meses, se han visto obligadas a ajustarse drásticamente. Priorizar los proyectos que más producción generen, ser absolutamente eficientes en costos y posponer la exploración han sido la base del ajuste.

Y por supuesto, el sector público no ha sido ajeno. No solo Ecopetrol ha seguido la misma ruta de ajuste, si no que las finanzas públicas han tenido que apretarse, al igual que el gasto en regalías que afecta directamente a las regiones - más especialmente a las productoras donde  el empleo y las compras locales se reducen -.

La pregunta entonces es ¿qué hacer desde el Gobierno para ayudar a que el ajuste sea lo menos doloroso posible? Y la respuesta es una sola: mantener la producción al máximo posible es el mejor antídoto. Con la producción se mantiene la dinámica económica en las regiones productoras, se mitiga el impacto en la finanzas públicas y se evitan mayores caídas en las regalías.

Por eso hemos tomado medidas para hacer más competitivo el sector a partir de un cobro de regalías variable para la producción nueva, dar mayor flexibilidad a la exploración, estimular los proyectos costa afuera donde está mucho de nuestro potencial futuro y facilitar el acceso a áreas para asegurar una mayor inversión. También hemos priorizado el acompañamiento en terreno a los proyectos -sobre todo ahora con el demencial incremento del terrorismo por parte de la guerrilla- y puesto los ojos en hacer el licenciamiento más oportuno.

El sector ha respondido. En junio se completaron nueve meses seguidos con una producción por encima del millón de barriles. Nueve meses donde a pesar de las dificultades, el trabajo conjunto de gobierno y empresas ha demostrado ser capaz de enfrentar la coyuntura con éxito. 

Esto no quiere decir que el panorama esté despejado. Además de esta medidas, estamos trabajando en otras que van en la misma línea de mantener la competitividad, estamos revisando la carga fiscal del sector como nos lo ha pedido el propio Presidente, y estamos buscando nuevas formas para enfrentar la preocupante caída en la exploración que es la producción futura.

En estos momentos todos debemos tener muy clara la importancia del sector petrolero. Es un sector que ha financiando mucha de la inversión social, que ha reducido la pobreza y fortalecido la economía. Necesitamos cuidarlo para que esté fuerte hacia adelante y pueda financiar la Paz, la equidad y la educación, y para que ayude a evitar futuras presiones tributarias. Sobre todo si queremos asegurar que la riqueza del subsuelo ayude a combatir la pobreza del suelo.
 

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