¿Qué tan rápido puede responder un país ante una amenaza aérea? Para dimensionarlo, basta un dato: un Gripen E/F puede superar los 2.400 km/h, lo que le permitiría cubrir la ruta Bogotá - Miami, que en aviación comercial toma casi cuatro horas, en aproximadamente una hora y quince minutos. Y puede operar desde carreteras o pistas de apenas 800 metros, algo inusual en la aviación de combate moderna. Estos detalles explican por qué la reciente decisión de Colombia ha generado tanto interés público, militar y económico.
Este artículo busca explicar de manera clara y objetiva el alcance de la compra de las 17 aeronaves Gripen E/F, una decisión que marca un antes y un después para la defensa del país. Más que un simple reemplazo de flota representa una apuesta por capacidades que transformarán la manera en que Colombia protege su espacio aéreo.
Desde 2012, Colombia ha evaluado distintas alternativas para modernizar sus aviones de combate. En ese proceso se estudiaron tres opciones principales: el Dassault Rafale (Francia), el F-16 (Estados Unidos) y el Gripen E/F (Suecia). Esta última plataforma, concebida bajo el principio de eficiencia estratégica, destacó por su independencia operativa, su capacidad para integrar una amplia gama de armamento y su costo por hora de vuelo, uno de los más competitivos del mercado.
El Gripen E/F también sobresale por su logística ligera. Puede ser reabastecido y rearmado para una nueva misión en menos de 20 minutos, con un equipo técnico reducido. Esta agilidad le permite sostener operaciones prolongadas y reaccionar rápidamente, incluso en zonas remotas o con infraestructura limitada.
En el plano técnico, incorpora sistemas que le permiten “ver más lejos” y “decidir más rápido”. Su radar de alta precisión detecta múltiples objetivos a grandes distancias, mientras que su sensor infrarrojo identifica aeronaves sin emitir señales, como ver en la oscuridad sin necesidad de luz. Su arquitectura electrónica abierta facilita actualizaciones futuras, y su suite de guerra electrónica de 360° le otorga una alta capacidad de supervivencia. En términos de armamento, misiles de largo alcance para combates más allá del rango visual y sistemas de corto alcance para enfrentamientos cercanos, según los requerimientos operativos del país.
Uno de los elementos estratégicos más relevantes del acuerdo es su programa de cooperación industrial, diseñado para desarrollar capacidades en sectores clave como la ciberseguridad, la salud, el tratamiento de agua y la innovación tecnológica. Este esquema permite que una inversión en defensa se convierta también en un motor de desarrollo científico e industrial. Experiencias internacionales han demostrado que, cuando estos modelos se ejecutan de forma adecuada, pueden impulsar industrias locales, fortalecer el talento nacional y ampliar la capacidad tecnológica del país.
Con la entrega escalonada entre 2026 y 2032, Colombia tendrá tiempo para ajustar doctrina, modernizar infraestructura y entrenar nuevos pilotos bajo estándares internacionales. Es un salto generacional desde el Kfir, basado en tecnología de los años setenta hacia un sistema diseñado para mantenerse vigente durante décadas.
En síntesis, la adquisición del Gripen E/F no es solo una actualización militar: es una señal del rumbo que Colombia quiere seguir. Una apuesta por fortalecer la soberanía aérea, ampliar la capacidad tecnológica y prepararse para un mundo donde la rapidez, la información y la innovación definen la seguridad de una nación.
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