El Ministro Henao reconoció que en Medellín hubo actuaciones heroicas que impidieron la extensión de la tragedia.
Con lo cual reconoce el alto funcionario que la embriaguez del poder lo condujo a la envidia y fue entonces, como aquí se dijo, que decidió hacer de héroe él también y buscar su paso a la historia como el émulo del Chapulín Colorado.
No contando nadie con su astucia, el Ministro espetó la histórica frase según la cual estaba próximo el final del “yo con yo” de los constructores.
Y en esas estamos, esperando el anunciado paquete de medidas, que con seguridad está próximo a conocerse porque no le queda al gobierno otro camino que sostener la caña aunque se sepa que por esa vía no queda la solución.
La infortunada salida del héroe ministerial, que ya no tiene reversa, ha tenido sus efectos.
Luego de la peligrosa generalización del Ministro, que en una sola frase convirtió en delincuentes a todos los constructores del país, ahora todo se cae, todo se derrumba.
En la medida en que el Ministerio bajo el manto del Chapulín no tiene autoridad sobre las municipalidades, es decir sobre las alcaldías, antes de que el propio Gobierno se proponga a entorpecer el funcionamiento del sector de la construcción, los funcionarios locales andan recorriendo con lupa todas las obras ya autorizadas.
Como una cosa curiosa, de preferencia visitan los proyectos de los constructores cuya solvencia es prácticamente un hecho notorio y encuentran las obras un poco sucias, un tanto ruidosas y algo descuidadas.
Pero la conclusión es que todas están a punto de caerse. Como es lógico, los excesos no se han hecho esperar y, a la sombra del Ministro, la cacería de brujas es total.
No deja de sorprender que los gremios de la construcción guarden silencio ante el ominoso trato que les da el gobierno por boca del Chapulín. No se conoce una sola voz de protesta por el trato recibido, con lo cual se contribuye, de alguna manera a entender, como en el refrán, que el que calla otorga.
Ahora, para deleite de la tribuna que es lo que este gobierno busca afanosamente, habrá que esperar una nueva rueda de prensa para conocer las cacareadas medidas, saber el nombre del zar de la Construcción, es decir del Superintendente Delegado para la Vivienda, y comenzar el desmonte del “yo con yo”
Este castillo de naipes se parece a las normas de la revisión de automóviles, filosóficamente diseñadas para castigar a los propietarios que mantienen en perfectas condiciones sus vehículos. Entonces los más pagan por los menos y todo el mundo se presume sospechoso mientras no demuestre lo contrario.
Eso sí, como es sabido, cada vez que hay un accidente mayor, el vehículo que lo causa aparece con todos los papeles en regla.
Suerte que el Chapulín no es el Ministro de Transporte ni el Director de la Aerocivil porque a la primera emergencia aérea expedía medidas para llevar un inspector, aunque no fuera piloto, en cada vuelo.
El cambio extremo de la administración de justicia
Se anuncia un cambio extremo en la rama judicial del poder público.
Nada más peligroso que esos vientos de cambio que al mejor estilo del Ministro Henao son el fruto de las calenturas y no de un propósito ordenado y coherente de reforma.
Voces altisonantes como la del fiscal general, que bien haría en lanzarse a la política electoral para dejar de hacer política desde el cargo, lanzan propuestas que de antemano se saben amarradas a intereses no siempre claros.
Si como lo advierte Salud Hernández, la reforma consiste en un par de cambios de nombre, habremos sacrificado otra oportunidad de restablecer el equilibrio en el aspecto más sensible de la vida en sociedad: la administración de justicia.
El intento de reforma no puede volverse a hacer a espaldas de la nación, como sucedió en la pasada oportunidad en que se intentó.
En este aspecto sí que se justifica el pacto nacional sugerido por Luis Alberto Moreno, que podría ser una suerte de ensayo para ver si puede aplicarse a otros ámbitos de la vida nacional: si los partidos y sus voceros en el Congreso se someten a que junto con las universidades, las academias, las agremiaciones de abogados, la Corporación Excelencia de la Justicia y todos los demás interesados se haga un pacto por una reforma limpia y dignificante será posible esperar un verdadero cambio.
De lo contrario, habrá que estar atentos a que la reforma no sea - como en la pasada oportunidad - una cobija grande para esconder los oscuros intereses de ciertos aforados, que con el beneplácito del gobierno, Ministro de Justicia a bordo, andan buscando salidas para consolidar impunidades.
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