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jueves, 19 de noviembre de 2020

La pandemia del covid-19 ha generado gran interés por el concepto de justicia digital. La difícil situación que estamos enfrentando nos ha llevado a preguntarnos cómo podemos resolver disputas sin reunir a abogados, jueces, testigos y peritos en una misma sala. Teniendo en mente esa pregunta fundamental, en esta columna quiero explicar que la justicia digital va más allá de tener audiencias por Zoom y radicar memoriales por correo electrónico.

Herramientas como Kleros demuestran el verdadero potencial de la justicia digital. Imaginemos el siguiente caso: Juan tiene una tienda de ropa y nunca creó un sitio web porque nunca lo consideró necesario. El negocio iba bien sin necesidad de entrar al mundo del comercio electrónico.

Debido a la cuarentena para mitigar el impacto del covid-19, los ingresos de Juan disminuyeron considerablemente, por lo que decide crear un sitio web para su tienda. Sin embargo, no sabe a quién contratar para que desarrolle la página. Su amigo le comenta que existe un servicio que es ‘como un Uber, pero para diseñar páginas web’. Juan simplemente tiene que escribir lo que desea y la página le ofrece opciones de desarrolladores de páginas web, cada uno con puntajes asignados por anteriores clientes. Juan escoge a Luisa, una desarrolladora de páginas web española que tenía el mejor puntaje.

Ambos celebran un contrato inteligente soportado en blockchain. Juan paga el precio en criptomonedas, las cuales serán entregadas automáticamente a Luisa una vez él reciba a satisfacción la página. Cuando Juan recibe la página, no está conforme con el resultado porque no refleja lo que contrató, y se niega a aprobar que las criptomonedas sean transferidas a Luisa. ¿Cómo podrían ellos resolver su disputa si viven en continentes distintos? Los mecanismos que tienen a su disposición son muy costosos para una disputa tan pequeña.

Kleros soluciona este tipo de problemas. Juan y Luisa pueden incluir en su contrato inteligente una cláusula compromisoria señalando que tres árbitros de la plataforma de Kleros especializados en diseño de páginas web van a resolver cualquier disputa. Ante la situación, Juan presenta su demanda e inmediatamente los árbitros de esa especialidad reciben una notificación acerca de la existencia de la disputa y ofertan unos tokens para ser elegidos. Los que oferten más tokens serán seleccionados para integrar el tribunal.

Este sistema evita fraudes, ya que si los árbitros fueran elegidos al azar, alguien podría crear muchas cuentas falsas para tomar control del sistema. Salen designados tres árbitros: una mexicana, un chileno y un uruguayo. Cada uno analiza la evidencia aportada por las partes y, de forma independiente, emite su voto. En este caso, todos los árbitros votaron a favor de Luisa; contrario a lo afirmado por Juan, la página web se ajusta a lo convenido. El contrato inteligente libera el pago de las criptomonedas y Juan paga las tarifas de los árbitros.

Queda solo una pregunta, ¿cómo obtienen los árbitros los tokens? Los árbitros que votan a favor de la decisión que finalmente adopte el tribunal reciben tokens. Los árbitros que votan en línea con lo que la mayoría considera adecuado o justo recibirán más tokens que luego podrán usar para ser elegidos en otros tribunales.

Como puede verse, la justicia digital va más allá de las audiencias por Zoom. De hecho, va más allá de los abogados, que hasta ahora tenían prácticamente monopolizado el mundo de la resolución de disputas.

Frase destacada: “La justicia digital va más allá de las audiencias por Zoom. De hecho, va más allá de los abogados.”