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  • Valentina Sánchez Gutiérrez

sábado, 8 de abril de 2023

Sin cese de hostilidades no puede haber cese al fuego. Un acuerdo que deje a la Fuerza Pública con las manos atadas contra la ilegalidad no pasa un examen de constitucionalidad, Lafaurie

José Félix Lafaurie, dirigente gremial y negociador de paz con la guerrilla del ELN se refirió a la política de paz del Estado y rebatió los argumentos con los que el grupo al margen de la ley, el ELN, justifica sus ataques a la Fuerza Pública e infraestructura y hostigamientos a la población civil en su última columna.

“Sin cese de hostilidades no puede haber cese al fuego. Un acuerdo que deje a la Fuerza Pública con las manos atadas contra la ilegalidad no pasa un examen de constitucionalidad, y lo que es más importante, no pasa el examen de una sociedad agobiada y hastiada por la violencia”, dijo Lafaurie.

La Mesa no legaliza al ELN

El dirigente gremial recordó que el ELN se autopercibe como ejército regular en igualdad de condiciones con la Fuerza Pública, pero no lo es. Y citó el reciente comunicado del Comando Central, Coce, de ese grupo subversivo en donde pretende que “nuestras acciones militares deben analizarse al igual que se analizan las operaciones de las fuerzas gubernamentales”.

A lo que el negociador de paz respondió que así el grupo armado tendo reconocimiento político esto no lo legaliza, es decir, que el gobierno negocie con un grupo al margen de la ley, no se le quita su condición de ilegal en la Mesa.

¿Por qué esta autopercepción afectaría un acuerdo de cese al fuego?

“De la misma manera que la Mesa no borra la ilegalidad del ELN, tampoco borra la legitimidad constitucional de la Fuerza Pública ni sus obligaciones, también constitucionales, de proteger la vida y las libertades de los colombianos”, dijo el negociador de paz .

En este punto hay una particular interpretación de la realidad por parte del ELN, una especie de dos “mundos estancos”: de una parte, el del “fuego”, que asimilan a sus “acciones militares” contra la Fuerza Pública, para ellos legítimas (en el último ataque murieron 9 jóvenes colombianos) y al que esperarían limitar en la Mesa el cese al fuego. Así mismo, el mundo de sus actividades ilegales hostigando a la sociedad, al que nunca se refieren, como si no existiera.

“De hecho, mientras la agenda incluye el “cese del fuego y de hostilidades de carácter bilateral”, tanto en la Mesa como en sus comunicados públicos, el mundo de las hostilidades es totalmente ‘invisibilizado’. En una posición un tanto maniquea, el conflicto parece reducirse a respuestas legítimas a ‘la ofensiva paraestatal’”, anotó.

La guerrilla justifica la violencia

El presidente ejecutivo de Fedegán también hizo referencia al más reciente editorial de la revista “Insurrección” ,del ELN, que tituló “Los diálogos son entre dos partes” y en donde expresó: Estando activa la Mesa y el nuevo proceso de diálogos desde fines del año pasado, las Fuerzas Militares mantienen una ofensiva contra el ELN en distintos territorios, con el agravante que hoy al igual que en el pasado estas siguen apadrinando, promoviendo y actuando de manera conjunta con fuerzas narcoparamilitares.

José Félix Lafaurie afirmó que esa posición del ELN es un anacronismo. En el editorial, ese grupo alzado en armas manifiesta que “como fuerza contendiente, mientras no haya un cese y se nos siga atacando tenemos el derecho a la defensa y al accionar de respuesta”.

En palabras del negociador de paz, con esas expresiones, justifican su violencia contra la Fuerza Pública, su hostigamiento a la sociedad y no mencionan el verdadero “Sistema de sometimiento” económico, social, político y administrativo que les han impuesto a las autoridades locales.

Por otra parte, sostiene que “las hostilidades”, asesinato, secuestro, extorsión, minería ilegal, narcotráfico, cometidas por el ELN son actividades ilegales que, por mandato constitucional, deben ser perseguidas por la Fuerza Pública. Sin embargo, esa persecución es calificada por el ELN como ataques a los que tienen derecho a responder, en un infernal círculo vicioso de violencia.

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